El Códice de la Cruz-Badiano es el texto más antiguo sobre el uso medicinal que nuestros antepasados daban a la herbolaria. Lo elaboró hace casi cinco siglos Martín de la Cruz, notable médico tlatelolca. Lo tradujo al latín el xochimilca Juan Badiano. Los dibujos que ilustran tan preciada joya, fueron obra de los indígenas del Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco. Regalado al emperador Carlos V, terminó en la Biblioteca Vaticana. Cuando en 1990 nos visitó Juan Pablo II (el encubridor de pederastas) lo devolvió a México. El códice prueba el amplio conocimiento que tenían de la riqueza vegetal y su uso medicinal. Fue el primer recuento de la valiosa biodiversidad del país y que peligra por la pobreza y los proyectos que depredan recursos naturales.
Al otro lado del mundo, en el Sahara, donde creemos que sólo hay arena y calor extremo, existen pueblos que también utilizan el reino vegetal para usos medicinales, como la República Árabe Saharaui Democrática, que en estos días cumple 46 años de establecida. En La Jornada Ecológica de enero pasado se ofrece un resumen de esa riqueza, catalogada por la investigadora Gabriele Volpato. Igualmente los importantes recursos minerales que posee, ambicionados por los intereses trasnacionales. También se incluye una visión de la vida cultural de “la gente del desierto”.
Gabriele Volpato refiere que con el nombre de saharaui se conoce a las tribus camelleras nómadas que habitaban el área costera y semidesértica del noroeste de África llamada Sahara Español y/o Occidental. El origen de ese pueblo se da al fusionarse grupos árabes que migraron desde Yemen (entre los siglos XI y XIII de nuestra era) y el nómada berebere Sahjaha, que vivía en el Sahara Occidental. Luego de un lento proceso de integración, surgieron en el siglo XVI diferentes tribus.
La reunión de ellas hoy se conoce como el pueblo saharaui. En su mayoría practicaban el nomadismo basado en la cría de camellos, cabras y ovejas. Se alimentaban con carne y leche de camella y cabra, dátiles, plantas, productos silvestres y pequeñas cantidades de cereales y legumbres. Volpato refiere la forma de desplazarse con sus campamentos y ganado según la presencia de pastos y pozos y hacia “cada hilo de lluvia”. Y cómo hace más de 60 años, bajo la colonización española, parte de la población saharaui se asentó en la costa y dejó su vida nómada.
En 1975 al Sahara Occidental lo invadieron los ejércitos marroquí y mauritano. Miles de saharauis pudieron escapar y refugiarse en Hamada, altiplano desértico en el sur-oeste de Argelia. Hoy viven allí más de 160 mil, con severos problemas por falta de agua y alimentos. Sus necesidades básicas las cubren en buena parte vía la ayuda internacional.Otro grupo se halla en el Sahara Occidental bajo ocupación marroquí, en Mauritania, Islas Canarias y España. Allí esperan que se cumplan las numerosas resoluciones de Naciones Unidas en las cuales les reconocen el derecho a la autodeterminación y el regreso a su país. La organización política que los representa (el Frente Polisario) controla 20 por ciento del Sahara Occidental tras una guerra de guerrillas que duró hasta el Acuerdo de Paz firmado en 1991. De la parte ocupada por Marruecos lo separa un muro de 2 mil 200 kilómetros de largo vigilado por militares de dicho país con moderno arsenal bélico.
Según la Organización Mundial de la Salud, casi 80 por ciento de la población del planeta enfrenta sus problemas de salud con plantas medicinales y otros productos de origen animal o mineral. En su investigación sobre la medicina tradicional saharaui, Valeria Volpano destaca algo que comparten los grupos indígenas de México: su medicinal tradicional depende de los recursos naturales que los rodean, como en Chiapas, Oaxaca y la península de Yucatán.
También los desiertos de Sonora, Chihuahua, Baja California, Durango, Coahuila y Zacatecas están llenos de vida animal y vegetal, con paisajes únicos y variados ecosistemas. Los habitan pueblos poco estudiados que han sabido utilizar esa incalculable biodiversidad. Entre otras cosas, con fines medicinales. Aunque desde fines del siglo XIX existen estudios sobre el tema, no valoramos suficientemente la importancia de nuestros desiertos y cada día se destruye su importante biodiversidad. Urgen acciones para conservarla y utilizarla adecuadamente. Otra deuda de la Cuarta Transformación.