Inflación, Pandemia, Antivacunas, Ucrania y Rusia, son sólo algunos de los álgidos temas de nuestro tiempo que mantienen en vilo a la mayor parte de la humanidad. De vez en cuando es necesario atreverse a trivializar para dar tregua a esas preocupaciones.
Lo que bien se podría llamar “el día del guacamole” en Estados Unidos, país capaz de inventar tantos días en honor de las cuestiones más triviales con el fin casi exclusivo de hacer negocios, es el domingo del Supertazón. Ante la mirada de millones de personas, ayer se disputó por enésima ocasión el campeonato de este deporte. Lo que no fue tan aparente es que ese día se caracterizó, una vez más, por las extraordinarias ventas de un fruto del cual México es uno de los líderes en producción y exportación: el aguacate que se emplea en la elaboración del tradicional guacamole. La asociación de productores de este fruto informó que el año pasado se exportaron 135 mil toneladas en el marco del campeonato de futbol americano. Nueve de cada 10 aguacates que se consumen en esos días en Estados Unidos son de origen mexicano. (BBC noticias)
Lo que tampoco es del todo conocido es que hasta 1997 las importaciones de aguacate mexicano estuvieron prohibidas en Estados Unidos. En las primeras décadas del siglo pasado se encontró una plaga en el aguacate mexicano, conocida como el gusano barrenador, que fue responsable de la pérdida de millones de toneladas del fruto. Gracias a los avances tecnológicos, se logró erradicar. Pero el problema para los productores mexicanos subsistió debido a que los estadunidenses en el estado de California, el mayor productor de aguacate de Estados Unidos, con mil pretextos continuaron boicoteando las importaciones mexicanas. La prohibición les garantizó un monopolio que durante décadas les dio pingues ganancias. México luchó durante años contra el boicot. Pero fue hasta 1997 cuando el gobierno mexicano, junto con la Asociación de Productores y Empacadores Exportadores de Aguacate de México (APEAM), culminó una larga y complicada estrategia legal que logró romper con el boicot del monopolio de productores californianos, abriéndole las puertas al aguacate mexicano a los 50 estados de la Unión Americana.
Otro producto mexicano también boicoteado durante años fue el atún. La poderosa flota pesquera con sede en San Diego, en connivencia con la organización “no lucrativa” Earth Island, fue responsable de que los pescadores mexicanos perdieran millones de pesos durante años. Pero ese latrocinio merece otra entrega