Un error trascendente del presidente Andrés Manuel López Obrador, que puede tener consecuencias legales después de que deje el poder, concedió a sus opositores la oportunidad de construir un escenario virtual de Internet, a partir del cual un segmento excitado de esos antiobradoristas se asumieron instalados en un artefacto simulador de estallidos insurreccionales, revolucionarios.
La novedad que vitalizó a este segmento de adversarios de López Obrador y sus políticas consistió en el uso de una de las salas de voz que Twitter ha habilitado y denomina Espacios (Spaces, en inglés). “Son una nueva forma con la que puedes tener conversaciones de audio en directo en Twitter (https://bit.ly/33hALE2).
Basta tener una cuenta en esa red social, abrir la opción de Espacios, convertirse en “administrador” e invitar a participar a quien desee, conforme dicho moderador vaya dando la palabra a quienes la soliciten (sólo pueden hablar en un turno 13 personas como máximo).
Con ese sistema fue que, luego de la alocución presidencial matutina que de manera impropia dio a conocer este viernes datos no confirmados sobre los presuntos ingresos económicos anuales de Carlos Loret de Mola, una cuenta tuitera, @SocCivilMexico, organizó un Espacio al que por la noche se sumaron desde sus dispositivos más de 65 mil personas.
Un récord, sin duda, en esa naciente forma de comunicación por Internet que ofrece la opción de monetización mediante tickets: “Los creadores pueden ganar hasta 97 por ciento de los ingresos obtenidos por los tickets comprados en sus Espacios de acceso con ticket después de las tarifas de la plataforma por compras dentro de la aplicación” (https://bit.ly/33lPSwk).
Además, significó una excepcional vía despejada para que figuras políticas del pasado repudiable y del presente desesperado, en acto de abierto oportunismo, y también opositores genuinos a la llamada 4T, se asomaran a esa “plaza virtual” a enarbolar la bandera de “la defensa de la LIBERTAD de expresión y a nuestro DERECHO a la información” (https://bit.ly/3JkaMeu).
Habrá de verse si prospera este lanzamiento de una nueva versión de lo que se ha intentado desde Va por México y otros membretes bajo influjo de Claudio X. González, el versátil creador de etiquetas de mercadotecnia para un producto que no “pega” en el mercado social y electoral.
Bajo la etiqueta de delación contra sí mismos, #TodosSomosLoret, además de miles de ciudadanos combatidores del obradorismo por razones no venales se asomaron a tales Espacios tuiteros tanto periodistas en defensa del ex conductor de programas informativos en Televisa como políticos y ex funcionarios públicos de administraciones anteriores.
Aquello se convirtió en un desfile de personalidades antiobradoristas bajo el presunto noble manto de la “sociedad civil”, un asomo (“fundacional” se dijo) de un nuevo intento de organización y crecimiento de ese amasijo de intereses empresariales, mediáticos, políticos, económicos y partidistas, internos y externos.
Este singular revuelo fue motivado por la pifia mañanera del presidente López Obrador respecto al director de Latinus, a quien ha regalado la condición temporal de máximo adversario mediático y político. Los servidores públicos sólo pueden hacer lo que la ley les permite (a diferencia de los ciudadanos sin cargos públicos, que pueden hacer todo lo que la ley no les prohíba), y el Presidente de México no está facultado para develar información ni datos de particulares, salvo en muy definidas excepciones legales, que en el caso no aplican.
El presidente López Obrador se ha ido enredando en el caso de la residencia de Houston habitada por su hijo José Ramón López Beltrán, de lo cual ha hablado AMLO a la defensiva y con exceso, más como padre de familia que como jefe real del Estado mexicano; debería atemperarse y derivar este caso a las instancias legales correspondientes (para que se defina si ha habido o no conflictos de interés) y a la propia respuesta personal del involucrado. ¡Hasta mañana!
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