Madrid. Castilla y León, una de las autonomías españolas con mayor población rural y que reclama medidas urgentes contra la despoblación, celebró ayer elecciones autonómicas con una victoria contundente del bloque conservador, sobre todo por el ascenso de la extrema derecha de Vox, que pasó de un escaño a 13.
La formación política más votada fue el Partido Popular (PP), que lleva más de 35 años gobernando la región y que ahora obtuvo 31 escaños. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE), con 28 diputados, siete menos que en los últimos comicios, cosechó un nuevo fracaso.
El PP, partido hegemónico en la región, con 31 escaños consiguió el apoyo de 31.5 por ciento del electorado y dos bancas más que en los comicios de hace cuatro años. Es un aumento mínimo si se compara con las encuestas publicadas cuando se convocaron las elecciones anticipadas, pero es el partido más votado y dependerá del apoyo de Vox para formar gobierno.
Vox, partido de extrema derecha, con un discurso contra la migración, el movimiento feminista o lo que llama el lobby LGTB, se convirtió en el gran triunfador de los comicios al ubicarse como tercera fuerza política en la región; además, ahora tiene la llave de la gobernabilidad.
Ciudadanos, partido de centro derecha que hasta hace unos días integraba el gobierno de coalición y era imprescindible, sufrió un revés al pasar de 12 a sólo un escaño, y a convertirse en “prescindible” en las futuras negociaciones para formar gobierno. Al igual que Unidas Podemos, que a duras penas logró retener el único escaño que tiene en la región.
A partir de ahora el gobierno autonómico dependerá de las negociaciones que lidera el conservador Alfonso Fernández Mañueco, que sobre todo tendrá que llegar a un acuerdo con la extrema derecha de Vox, cuyo líder nacional, Santiago Abascal, ya pidió una vicepresidencia.