La competencia que supuestamente permite el aumento de la calidad de la producción, de la demanda y oferta equilibradas y del abastecimiento seguro a la población que consume servicios y productos es, en realidad, la fórmula para hacer crecer las ganancias y para acumular mayor capital.
Sabemos que un modo de generar mayor producción, aunque no sea la calidad su prioridad, es apoyarse y exigir la competencia para generar mayores divisas y no sólo eso, sino que las oportunidades de desarrollo y crecimiento, se van circunscribiendo únicamente a quienes cuentan con una planta laboral mayor a 251 personas contratadas y ventas de servicios por más de 3 millones de pesos. En esta forma de comerciar se observa la lucha de clases.
De tal forma que las vendedoras españolas de energía, Repsol e Iberdrola, son grandes empresas. Y ambas se promueven como las máximas beneficiarias para su amplia clientela mundial. Apoyan, según sus videos promocionales, en todos los rubros a la sociedad a la que le venden sus productos. “Estamos presentes en México desde 1999. En 2018, apostamos por un importante proyecto de apertura de estaciones de servicio, que actualmente suman más de 200 repartidas en 19 entidades”.
En su publicidad aseguran “Trabajamos también en Upstream, Lubricantes y Química, apoyándonos en empresarios locales, siempre con la calidad y transparencia como pilares fundamentales”. Hasta la fecha, desde 1999, las cuentas no han quedado claras, pues existen deudas con inversionistas locales y deudas morales con la población nacional.
Los resultados de su estancia en el país, evidencian grandes violaciones a la normatividad y a las leyes mexicanas. Pero también, los dueños de las empresas españolas, han mostrado una total falta de ética profesional. Son ejemplo de empresarios sagaces de “negocios tramposos” permitidos, por supuesto, por los jefes del Ejecutivo en turno.
Es importante hacer ejercicios de búsqueda, es nuestro deber civil. Cualquiera podrá indagar, por ejemplo, a través del ICEX España Exportación e Inversiones, o accediendo a cualquier acervo en diversas plataformas, la información es pública. Consulten los datos y podrán hacer cuenta de la enorme pérdida de recursos naturales. Se puede calcular, aproximadamente, a cuánto asciende el desfalco monetario y con datos de fuentes directas, obtendremos la causa de la insólita “traición a la patria” que los ex presidentes tecnócratas y neoliberales, consolidaron en sus administraciones.
En reciente conferencia matutina, Octavio Romero Oropeza, director de Petróleos Mexicanos (Pemex), recordó algunos casos donde las trasnacionales han sido las únicas beneficiadas con la explotación de los recursos naturales mexicanos y con la venta de servicios, ilógicamente, caros. Mencionó, por supuesto, a las más estafadoras probablemente del siglo XXI. Ya sabemos que son la petrolera Repsol, Iberdrola comerciante de energía renovable y no renovable, o la Astillera de Vigo, una firma en quiebra, rescatada por Pemex. Esta última adquirida a sobreprecio –51 por ciento de las acciones–. El fracaso de este “negocio” fue la construcción de barcos llamados floteles, con capacidad para 600 personas con la necesidad de pernoctar. Ninguno se utilizó.
Fueron 80 millones de euros, alrededor de mil 866 millones de pesos, los que desembolsó Petróleos Mexicanos. No se obtuvo ningún beneficio por esta compra. Con este tipo de despilfarros, disfrazados de inversiones, estaban logrando la quiebra de la paraestatal.
Podemos hacer una larga lista de “pésimos negocios”, según refirió Octavio Romero. Los contratos fueron una especie de permiso, aparentemente legal, para el robo al país y a un sinnúmero de incautos empresarios locales.
El ex presidente Felipe Calderón, también nos debe una explicación por los fraudulentos contratos a Repsol. Los ingenieros de esa compañía española, se dedicaron a simular la perforación de pozos existentes, para la extracción de gas natural en la cuenca de Burgos, pero tampoco se obtuvieron las ganancias y la cantidad del hidrocarburo prometidos. Los pozos explorados, eran casi estériles, señala el director de Pemex: “Tan sólo en una perforación se pagaba a la compañía 4.2 millones de dólares, alrededor de 100 millones de pesos mensuales, durante cinco años, por no transportar absolutamente nada”.
Así que permitir el robo a las empresas ya mencionadas y a otras como Astillera de Vigo, OHL y otras más, ha sido una verdadera nueva invasión al país, de norte a sur. La “tregua” o respiro, de que habló el presidente Andrés Manuel López Obrador, tiene que ver con una simple pausa para poner en claro la actitud de dichas empresas. No se trata de romper relaciones diplomáticas o de un desplante nacionalista. Pero sí dejó en claro que se revisarán los contratos y resultados. El pueblo de México no está dispuesto a continuar con el engaño como única forma de intercambio comercial. Ni con España, ni con ningún otro país del mundo.
Twitter: @Antonio.Gershenson