Con ocho décadas de vida, la uruguaya Cristina Peri Rossi, nacida en Montevideo, en 1941, ganó el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes 2021, cuyo jurado reconoció la pluma “de una de las grandes vocaciones literarias de nuestro tiempo.” En este ensayo se celebra la trayectoria de la escritora uruguaya y se evoca su obra extensa y plural, que abarca poesía, novela, cuento, ensayo y periodismo.
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Una escritora de mentalidad renacentista
Cristina Peri Rossi (Montevideo, 1941) –ganadora del Premio Cervantes de Literatura 2021– es una de las escritoras más destacadas de la literatura en nuestro idioma. Desde el comienzo ha utilizado su segundo apellido en homenaje a su madre, quien la instruyó desde pequeña en el amor a la literatura, a la música y a la ciencia escribió en su breve autobiografía–. La escritora estudió Biología, pero se licenció en Literatura Comparada. Fue catedrática hasta que abandonó su país por motivos políticos. Publicó su primer libro en 1963. En 1972 su obra y la mención de su nombre fueron prohibidas en los medios de comunicación durante la dictadura militar en Uruguay hasta 1985. En ese año se trasladó a Barcelona, donde inició su actividad contra la dictadura uruguaya, a través de textos publicados en las páginas de la revista Triunfo, pero fue nuevamente perseguida, esta vez por la dictadura franquista, por lo que debió exiliarse en París en 1974. Regresó a Barcelona a finales de ese mismo año y obtuvo la nacionalidad española.
Ha sido profesora de literatura, traductora, periodista y conferenciante habitual en universidades españolas y extranjeras. Sus artículos han aparecido en diversos diarios y revistas como El País, Diario 16, La Vanguardia, El Periódico de Barcelona, El Mundo y Grandes firmas de Agencia Efe. Ha luchado contra las dictaduras, a favor del feminismo y de los derechos de los homosexuales. Su obra abarca distintos géneros: poesía, relato, novela, ensayo y periodismo, y es considerada como una de las escritoras más importantes de habla castellana.
Peri Rossi “se reconoce como una escritora de mentalidad renacentista, abierta a todas las disciplinas y con intereses muy variados. Ama a los animales, detesta la lidia de toros, le gusta el futbol, la ópera, los días grises, Baudelaire, Eric Satie, el cine europeo, las ciudades portuarias, los juegos y la biología, vestirse de blanco y ha dejado de fumar, por motivos de salud, no de placer. Sus ciudades preferidas siguen siendo Montevideo, Barcelona, Berlín, San Francisco y Nueva York. Su paisaje siempre elegido, el mar.”
Una obra poliédrica
Autora de una vasta obra, Peri Rossi ha publicado los libros de poesía Evohé (1971), Descripción de un naufragio (1975), Diáspora (1976), Lingüística general (1979), Europa después de la lluvia (1986), Babel bárbara (1992), Otra vez eros (1994), Aquella noche (1996), Inmovilidad de los barcos (1997), Poemas de amor y desamor (1998), Las musas inquietantes (1999), Estado de exilio (2003), Estrategias del deseo (2004), Poesía reunida (2005), Mi casa es la escritura (2006), Habitación de hotel (2007) Runas del deseo (2008) Playstation (2009), La noche y su artificio (2014), Las replicantes (2016), La barca del tiempo. Antología poética (2016) y La balsa de las palabras. Antología poética (2016).
Escribió las novelas El libro de mis primos (1969), La nave de los locos (1984), Solitario de amor (1988), La última noche de Dostoievski (1992), El amor es una droga dura (1999 ), Mi querido Cronopio (2003) y Todo lo que no te pude decir (2017). También ha publicado los libros de relatos Viviendo (1963), Indicios pánicos (1981), Los museos abandonados (1969), La tarde del dinosaurio (1976), La rebelión de los niños (1980), Un pasión prohibida (1987), Cosmoagonías (1988), El museo de los esfuerzos inútiles (1989), La ciudad de Luzbel y otros relatos (1992), Por fin solos (1994), Desastres íntimos (1997), Te adoro y otros relatos (2000), Cuentos reunidos (2007), Habitaciones privadas (2012), Los amores equivocados (2015) y La balsa de las palabras y otros textos (2020).
Asimismo escribió los libros de ensayo Fantasías eróticas (1991) y Cuando fumar era un placer (2003), y es coautora de Acerca de la escritura (1991) y de Erotismo, transgresión y exilio (2017). Reunió diversos textos aparecidos en la prensa en El pulso del mundo. Artículos periodísticos 1978-2002 (2003). Ahondó en su vínculo con Julio Cortázar –un encuentro entre dos grandes escritores– en Julio Cortázar y Cris (2014) y en Julio Cortázar (2000). Su obra se ha traducido a más de veinte idiomas.
Peri Rossi ha traducido, entre otros autores, a Charles Baudelaire, Gillo Dorfles, Fernando Gabeira, Osman Lins, Clarice Lispector, Ignácio de Loyola Brandão, Jean Markale, Guy de Maupassant, Graciliano Ramos, Victor Segalen y Vercors.
La fascinación marítima
Cristina Peri Rossi confesó en un breve texto autobiográfico:
Colecciono barcos. Maquetas de barcos, barcos de todas partes, goletas, carabelas, transatlánticos, barcos de pesca, a vela y a remos. Amo los barcos, desde pequeña, cuando mis tíos, como único paseo, me llevaban en auto al puerto, a ver los barcos anclados o a punto de zarpar. Mi casa también parece un barco. Y amo a los pintores que pintaron ríos y mares: Canaletto, Manolo Guardi, William Turner, Caspar David Friedrich, Edward Hopper. También me gustan las estampillas de barcos, y los faros. El naufragio me parece la metáfora más fascinante de la poesía y de la pintura. Por eso uno de mis primeros libros de poemas se llama Descripción de un naufragio. Y me gustan todas las cosas de la marinería: las pequeñas barcas, los remos, las redes, las anclas, los timones, las velas, las bitácoras, los mascarones de proa, todo menos el arpón, símbolo fálico. Hay un viejo faro, en la provincia de Cádiz, convertido en biblioteca pública: la mejor de las combinaciones: el mar, la biblioteca y el faro, para no perderse en la navegación. Amar es navegar. En una película, El pianista de los océanos, el protagonista no baja nunca a tierra: el barco es el mundo a escala reducida. Varios de mis libros hablan del mar, de los barcos: La nave de los locos, Inmovilidad de los barcos. Sólo vivo en ciudades marinas. Si el mar no está, yo me siento encerrada.
La muerte y su proximidad
En “Un cuento para Eurídice” Peri Rossi afirma que la ninfa auloníade de Tracia, prometida de Orfeo, dice: “–Antes, antes no nos conocíamos. Antes tú y yo no nos mirábamos a los ojos con un espanto igual, que nos llena de pavor del otro. No mirábamos tampoco, con horror, un punto, el mismo punto fijo en el espacio del cual vendrá la muerte, ni tratábamos de adivinar, en el cielo liso, indescifrable, el origen, la hora precisa, el sabor, el contenido de la muerte.”
En el relato “La anunciación” la escritora uruguaya evoca uno de los peores sufrimientos que puede enfrentar un ser humano: “Ahora no iba vestida de luto, seguramente porque había pasado ya mucho tiempo desde la muerte de su hijo; mucho tiempo había pasado, pero el dolor era el mismo. Ya no iba de negro, pero igual sufría. Y las manos –las manos que asomaban, muy finas y muy blancas– debajo del manto de terciopelo negro sostenían un pañuelo de encaje, seguramente para enjugar el llanto cuando toda aquella agua que llevaba en los ojos se desborda por la muerte del hijo.”
“La parábola del deseo” es un cuento que contiene una reflexión sobre el fin: “palabra que también designa, en casi todas las lenguas, el término definitivo, la muerte, el acabamiento.” En otro texto Peri Rossi también recurre a la mitología: “Casandra profetiza hasta su propia muerte, sin ser escuchada siquiera por Corebo, su enamorado. La ama, pero no la oye.”
Un hogar
En el poema “Mi casa es la escritura”, incluido en Habitación de hotel, Cristina Peri Rossi condensó su universo literario:
En los últimos veinte años/ he vivido en más de cien hoteles diferentes/ (Algonquín, Hamilton, Humboldt, Los Linajes,/ Grand Palace, Víctor Alberto, Reina Sofía, City Park)/ en ciudades alejadas entre sí/ (Quebec y Berlín, Madrid y Montreal, Córdoba/ y Valparaíso, París y Barcelona, Washington/ y Montevideo)// siempre en tránsito/ como los barcos y los trenes/ metáforas de la vida/ en un fluir constante/ ir y venir// No me creció una planta/ no me creció un perro// sólo me crecen los años y los libros/ que dejo abandonados por cualquier parte/ para que otro, otra/ los lea, sueñe con ellos.// En los últimos veinte años/ he vivido en más de cien hoteles diferentes/ en casas transitorias como días/ fugaces como la memoria.// […] Mi casa es la escritura/ sus salones sus rellanos/ sus altillos sus puertas que se abren/ a otras puertas/ sus pasillos que conducen a recámaras/ llenas de espejos/ donde yacer/ con la única compañía que no falla:/ las palabras.
La escritora uruguaya demuestra que la literatura es el único refugio fiable para un exiliado.