Divisiones intercomunitarias promovidas desde los gobiernos federal, estatal y municipales, está provocando el Corredor Transístmico, proyectado para unir por tierra los puertos de Salina Cruz, Oaxaca, con el de Coatzacoalcos, Veracruz, con el fin de dar salida y entrada a las mercancías del océano Pacífico al Atlántico, y de ahí a Europa, la costa Este de Estados Unidos y Asia.
Esta semana la comunidad de Puente Madera y la Asamblea de Pueblos Indígenas del Istmo de Tehuantepec en Defensa de la Tierra y el Territorio (APIIDTT) se declararon en “alerta máxima” por el desmonte y la colocación de cercos en el monte El Pitayal, por parte de integrantes de la propia comunidad, para la construcción de un parque industrial contemplado en el Corredor Transístmico.
“Nuestra preocupación y rechazo a la industrialización que generaría el Corredor Interoceánico”, advirtieron en un comunicado, “se fundamenta en los sucesos ampliamente documentados en diversas regiones del país, el más cercano es el del corredor Minatitlán-Coatzacoalcos, que a menos de 40 años de su implantación en la cuenca baja del río Coatzacoalcos (declarado ya por expertos como un río ‘muerto’) se ha convertido en la zona más contaminada en suelos, agua y aire de todo el país, con graves consecuencias en la alteración climática regional y en la salud de los habitantes y comunidades originarias”.
Al no contar con el respaldo de la totalidad de las comunidades, las autoridades están negociando con algunas familias, como ocurre en Puente Madera, donde el pasado 4 de febrero se encontró a habitantes del poblado desmontando El Pitayal, cuyas tierras son de uso común, pero las personas aseguraron tener una constancia de posesión para incluso cercar el terreno.
La comunidad en resistencia advierte que interpondrá los recursos jurídicos necesarios para defender las tierras de uso común y su territorio, y responsabilizaron a las autoridades agrarias y municipales anteriores y a las actuales, así como a los gobiernos federal y estatal, “de cualquier intimidación, amenaza y/o agresión contra quienes defendemos nuestra tierra, territorios y derechos”. “El Istmo es nuestro” sigue siendo su consigna.