Por algo se entendieron de maravilla los gobiernos neoliberales y monárquicos de México y España: no solo hablaban el mismo lenguaje, tenían los mismos objetivos y cobraban jugosas coimas, sino que ambos operaban, y lo presumían, como gerentes de los grandes corporativos, al tiempo que pusieron la diplomacia de sus respectivas naciones a su servicio (ahora notoriamente activa en el caso español).
El Ministerio de Asuntos Exteriores de España, con José Manuel Albares a la cabeza, emitió un comunicado por medio del cual “rechaza tajantemente las descalificaciones” de López Obrador “contra España y las empresas españolas”, pero ni pio dijo sobre el quid del reclamo presidencial, es decir, “los abusos cometidos por empresas españolas que han afectado al pueblo de México en otros tiempos, los jugosos negocios que se hicieron por influyentismo, por acuerdos cupulares de políticos de España y políticos de México en los sexenios de Fox, de Calderón y de Peña Nieto, la actitud o el comportamiento” de consorcios como Repsol, Iberdrola y OHL, por solo citar a esos tres, y el voluminoso costo de su presencia en tierra azteca, como en las de toda América Latina.
De esto último absolutamente nada, de tal suerte que todo indicaría que el ministro Albares es de la creencia (él, que se presume “socialista”) que las empresas que representa tienen derecho a destrozar todo lo que tocan para obtener pingües beneficios, sin importar las negras consecuencias para la nación que las recibe, y en el entendido de que quien reclame por ese nefasto proceder es acreedor al “rechazo tajante” de la gerencia monárquica.
Para el contexto, vale retomar un cable informativo de la agencia de noticias Europa Press, fechado el 27 de septiembre de 2021 (cinco meses antes de las “descalificaciones” de López Obrador). Dice así: “el ministro José Manuel Albares ha asegurado que la diplomacia económica es una prioridad para él y la ha puesto al servicio de las empresas españolas, cuyo papel de cara a la recuperación tras la pandemia es ‘fundamental’, ha defendido. Albares ha presidido un almuerzo en la sede del ministerio con una veintena de representantes de las principales empresas españolas así como de las organizaciones empresariales, ante quienes ha asegurado que ‘su compromiso con los intereses económicos españoles y con el impulso de la diplomacia económica será constante; será una de mis prioridades’”.
A los empresarios españoles que lo escuchaban les dijo: “usaré la diplomacia económica para apoyaros en lo que necesitéis, en lo que os pueda ser útil, como un instrumento más al servicio del crecimiento y de la prosperidad de España… La política exterior que impulso os garantizo que siempre tendrá en cuenta los intereses económicos de España y de las empresas españolas que vosotros representáis; quiero trabajar en la solución de problemas que se os presentan y en el apoyo en las necesidades que detectéis… (ustedes son) reflejo de los valores de nuestra sociedad”.
Apantalla tanto amor, azúcar y dedicación del ministro “socialista”. ¿Y quiénes participaron en esa reunión con el gerente monárquico? Las cabezas de Iberdrola, Repsol, BBVA, Caixabank, Telefónica, Enegas, Sacyr, Acciona, Ferrovial y Talgo, todas con jugosos negocios en México. Entonces, aquel que ose meterse con ellas, sin importar las atrocidades que cometan, de inmediato recibirá el “rechazo tajante”.
En vía de mientras, ayer el presidente López Obrador reiteró: “no ruptura de relaciones; es nada más decir no se permite robar, no somos tierra de conquista y que no se confunda al pueblo español, que respetamos y admiramos tanto, con estas empresas y con sus políticos protectores del más alto nivel, eso es todo. Dicen los internacionalistas conservadores, ‘expertos’ en política exterior que qué es eso de pausar. ¿No lo entendieron? Claro que sí. Es: a ver, vámonos dándonos tiempo. Nos conviene, a los pueblos, a los gobiernos, para entender de que hay una nueva realidad, que hubo un cambio en México. Ya no les puedo mandar un telegrama porque ya eso es obsoleto, pero es decirles: ya no”.
Las rebanadas del pastel
El barril mexicano de exportación cerró semana en 86.84 dólares y la tendencia en el mercado internacional se mantiene alcista por el permanente cuan perverso aguijoneo gringo de un eventual encontronazo entre Rusia y Ucrania, porque su industria militar quiere ganar más dinero sin importar las consecuencias.