El cultivo de aguacate, una de las tres principales exportaciones del sector agrícola y agroindustrial, junto con la cerveza y el tequila, se apoya en prácticas como la tala indiscriminada e ilegal de árboles, daño al subsuelo y uso excesivo de agua, que van en contra de lo pactado en el Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) respecto al cuidado del medio ambiente, expusieron especialistas.
Si el gobierno no crea normas más estrictas a las que se deben apegar los productores de aguacate, principalmente los establecidos en Michoacán, México eventualmente violará el tratado comercial con EU y Canadá, específicamente el rubro medioambiental, lo que en un futuro cercano se puede traducir en sanciones o vetos, que repercutirán en la economía nacional, apuntaron.
De acuerdo con datos del Banco de México, durante 2021 el valor de las exportaciones de aguacate ascendió a 3 mil 85 millones de dólares, un incremento de 14.2 por ciento en comparación con los 2 mil 699 millones reportados en 2020.
De esta forma, el aguacate se ubicó como el tercer producto agroindustrial que más vende México al mundo, sólo debajo de la cerveza, que el año pasado dejó al país 5 mil 617 millones de dólares, gracias a un incremento anual de 19.9 por ciento, y del tequila, cuyas ventas al extranjero cerraron en 3 mil 316 millones, con un aumento anual de 35 por ciento.
Esta época del año es la más provechosa para los productores aguacateros, pues como consecuencia de la celebración del Supertazón, la demanda de ese fruto en Estados Unidos se incrementa hasta 40 por ciento, según cifras de la Asociación de Productores y Empacadores Exportadores de Aguacate de México.
El organismo destaca que en febrero de este año se exportarán 140 mil toneladas del llamado oro verde a territorio estadunidense.
Este negocio, que ha rebasado los 3 mil millones de dólares anuales, tiene como principal protagonista a Michoacán, estado que es responsable de 75 por ciento de la producción anual, es decir, de aproximadamente 2 millones de toneladas métricas.
El lado oscuro
Si bien el aguacate es uno de los negocios más rentables del país, el precio que el medio ambiente y las comunidades donde se siembra han tenido que pagar es alto, pues no son pocos los casos documentados de tala ilegal de árboles para contar con terreno para su producción, o bien, el elevado consumo de agua que implica su cultivo, lo cual ha dejado sin este líquido a millones de personas.
Para poner un ejemplo, el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias estima que cada año se pierden entre 600 y mil hectáreas de bosque con el propósito de plantar aguacates. Asimismo, la Secretaría de Urbanismo y Medio Ambiente de Michoacán señala que los cultivos ilegales de este fruto son de unas 20 mil hectáreas.
Lo anterior es sólo una muestra, pues de acuerdo con la organización holandesa Water Footprint Network (Red de la Huella Hídrica), la cual aboga por una mejor gestión de los recursos hídricos, se necesita un promedio de 2 mil litros de agua (unas 10 bañeras llenas), para cultivar solo un kilo de aguacate.
Lo anterior ha provocado que comunidades enteras enfrenten escasez de agua como consecuencia de albergar enormes plantíos de aguacate, muchas veces ilegales.
Benjamín Revuelta, investigador de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, enfatizó en que la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), establece nueve puntos que deben respetar los agricultores de todos sus países miembros: calidad y protección del suelo, calidad del agua, calidad de aire, bajas emisiones de carbón, bajos niveles de efecto invernadero, respeto a la biodiversidad, cuidado de los paisajes y contribuir a la resiliencia ante desastres naturales.
Dichos lineamientos, dijo el especialista, son incumplidos en su totalidad por los productores de aguacate mexicanos, pues por ejemplo, la deforestación afecta al agua, al suelo, al cambio climático, a la biodiversidad, a la resiliencia ante desastres naturales y por su puesto, al cuidado de los paisajes donde se desarrolla dicha actividad.
Además de inclumplir con lo establecido por la OCDE, apuntó, dichas acciones de los aguacateros van contra el capítulo 24 del T-MEC, lo que puede dar pie a sanciones o vetos para impedir su venta en EU y Canadá, tal y como ha sucedido en su momento con otros productos como el atún o el camarón, lo cual sería un duro golpe para la economía mexicana y devastador para la de Michoacán.
Al respecto, Carlos Bautista, especialista en comercio internacional de la Universidad La Salle, destacó que en el capítulo 24 del T-MEC, en específico el artículo 24.7 denominado “Evaluación del impacto ambiental”, señala que cada gobierno “mantendrá procedimientos apropiados para evaluar los impactos ambientales de proyectos propuestos que estén sujetos a una acción del nivel central del gobierno y que puedan causar efectos significativos sobre el medio ambiente con el fin de evitar, minimizar o mitigar efectos adversos”.
Lo anterior, dijo, significa que cada gobierno se compromete a proteger el medio de “contaminantes ambientales”, no obstante, en caso de que el gobierno de Canadá o de Estados Unidos decida interponer la solicitud de un panel binacional de solución de controversias bajo el capítulo 31 del T-MEC pueden hacerlo con toda libertad, dejando a los árbitros panelistas la responsabilidad de interpretar los textos del tratado para aplicar algún tipo de medida al respecto.