Belleza. Serenidad. Un estado de paz en el alma.
Esos elementos están presentes en la discografía completa de Ars Nova Copenhaguen, conjunto canoro fundado por Paul Hillier en 2003, cuyo álbum más reciente conjunta la magia de la música espiritual contemporánea con nuevas partituras de Arvo Pärt, amigo personal de Paul Hillier, además de una compilación de cantos del siglo XIII rescatados de archivos y que entonaban frailes callejeros.
Paul Hillier escribió un libro hermoso sobre su amigo Arvo Pärt y ha grabado muchos discos con la música del compositor estonio. Fue, de 2001 a 2007, director principal del Coro de Cámara de la Filarmónica de Estonia, tierra natal de Arvo, y es también director fundador de otras dos instituciones fundamentales en nuestros corazones: el Hilliard Ensemble y el Theater of Voices.
La nueva grabación de Paul Hillier con el Ars Nova Copenhaguen se titula, así con minúsculas y puntos suspensivos antes y después: ...and…
Se trata de un bellísimo álbum de bondades. Inicia con una partitura de Caroline Shaw, conocida del Disquero por sus impresionantes grabaciones aquí reseñadas en su oportunidad y que en esta ocasión se trata de una obra que prácticamente da título al disco entero: “and the swallow”, inspirada en el Salmo 84, que habla de protección y cuidado:
the sparrow finds a house and the swallow her nest
y el gorrión encontró una casa / y la golondrina halló su nido
y la obra termina en un murmullo: los 12 integrantes de Ars Nova Copenhaguen, seis mujeres, seis hombres, imitan con su canto el canto de la lluvia.
Las obras que reúne el disco titulado ...and… están intercaladas con episodios del Laudario di Cortona, Italy, que es una inmensa compilación de cantos monofónicos del siglo XIII, descubiertos en 1876 y ahora en arreglos de Paul Hillier.
La siguiente partitura es de otra compositora conocida del Disquero: Julia Wolfe: Guard my Tongue, a partir del Salmo 34, que habla del cuidado de las palabras.
De otro Salmo, el 8, nace Drei Hirtenkinker aus Fátima, partitura de Arvo Pärt que da continuidad a este disco con su magia y un toque evanescente de misterio.
Otro Salmo, el 132, en el tratamiento de la Iglesia eslava, da pie a otra de las obras de Arvo Pärt en este disco: Habitare Fratres in Unum y el disco culmina con And I Heard A Voice, verso nacido del Libro de la Revelación.
Las obras de Arvo Pärt incluidas en el álbum ...and… fueron escritas, en su mayoría, en la reciente década: Kleine Litanei, Alleluia-Tropus y destaca la partitura titulada Virgencita, que escribió Arvo durante su estancia en México y que terminó de escribir luego de visitar la Basílica de Guadalupe, experiencia que narró el Disquero en su oportunidad.
El disco anterior de Ars Nova Copenhaguen se titula First Drop y es también una maravilla. Fue grabado a lo largo de 10 años y reúne joyas de la música contemporánea, entre ellas la obra He Saw A Skull, de Michael Gordon, donde podemos ver, oler, sentir, una presencia semejante a la escena de Macbeth donde se aparece el fantasma de Banquo.
Otros episodios notables del álbum First Drop son: un arreglo para voces de Clapping Music, partitura de otro amigo de Paul Hillier: Steve Reich, quien escribió esa obra para ser interpretada con el entrechocar de las manos; la versión que hace Hillier de esos sonidos de las manos reproducidos por las voces del Ars Nova Copenhaguen, es verdaderamente un prodigio. Como un prodigio lo es también la partitura de Terry Riley a partir del poema Mexico City Blues, que escribió, como un ejercicio de monólogo interior, o de flujo de conciencia, Jack Kerouac.
Existe un nuevo disco con música de Arvo Pärt, se titula con su nombre seguido por el título de una de sus obras mayores: el Stabat Mater. La interpretación es de la Orquesta de la Radio de Munich y el Coro de la Radio de Baviera, dirigidos por Ivan Repusic. La mitad del disco la ocupa esa obra estremecedora: Stabat Mater y el resto reúne otras cinco obras: Fratres, Silouan’s Song, La Sindone, Summa y Lennart In Memoriam.
Se trata de obras de la primera etapa composicional de Arvo Pärt: Fratres y Summa, mientras La Sindone data de 2005, pero la que escuchamos en este disco es de la revisión que hizo Arvo, para violín y orquesta, en 2019.
Es un disco de particular belleza y gran poder espiritual.
En poco tiempo, se han acumulado discos nuevos con obras de Arvo Pärt. Uno de ellos se debe al trabajo del violinista francés Renaud Capuçon, quien debuta como director de la Orchestre de Chambre de Lausanne y al mismo tiempo como solista con el álbum titulado Tabula Rasa.
Sorprende la coincidencia de las obras seleccionadas en los discos recientes con música de Arvo. El nuevo álbum, el de Renaud Capuçon, junta ocho obras de Arvo, que también figuran en otros nuevos discos por separado: Tabula Rasa, Fratres, Summa, Silouan’s Song, Darf ich…, Spiegel mi Spiegel y Für Lennart In Memoriam.
Coincido con quien escribió la reseña de este álbum, el de Capuçon, en la revista Gramophone, la biblia de las reseñas de discos: el sonido logrado técnicamente es soberbio y en lugar de booklet nos entregaron una entrevista con Capuçon donde dice cosas impropias de un músico, por ejemplo, que Arvo Pärt está “influenciado por el canto gregoriano”. ¡Pasumecha!
Y agrego otro dislate: todo el tiempo se refiere Capuçon a Arvo como un “compositor minimalista”, aunque explica que no conoce personalmente al músico estonio pero lo admira mucho.
En opinión del Disquero, Renaud Capuçon incurre en el mismo error de los cantantes de ópera que graban discos de lieder y los cantan como si fueran piezas de ópera. Gimnasia y Magnesia.
Así Capuçon, al acometer las partituras de Arvo Pärt, se lanza ansioso en busca de los momentos de lucimiento virtuosístico, muy socorridos en los conciertos de repertorio para violín y orquesta (el Concierto para violín y orquesta de Chaikovski, el de Beethoven, por ejemplo), cosa tal que ninguna partitura de Arvo ofrece a ningún músico.
Por el contrario, Arvo posee un sentido de la humildad tan inmenso, que en una ocasión, preparando la grabación de uno de sus discos, durante los ensayos vio sufrir al concertino de la orquesta:
–Es que este pasaje está muy difícil, maestro...
–¿Difícil? No se preocupe –respondió el maestro.
Acto seguido, tomó con la mano derecha el lápiz que traía sobre la oreja, lo volteó, borró el pasaje en la partitura y escribió uno nuevo, con notas aún más sencillas que las originales. El violinista que sufría sonrió agradecido. El maestro también. Y todos felices. El disco es hoy por hoy un tesoro. Si no hubiera cambiado ese pasaje que el intérprete encontraba “difícil”, igual hubiera quedado magistral.
Así lo mismo con las intenciones virtuosísticas de Renaud Capuçon, rendido ante la sencillez y la humildad y la hondura y el poderío espiritual de la música que nos entrega en su nuevo disco, donde finalmente entregó el alma.
El momento más sagrado del disco es el track 2, Silentium, de la obra que abre el disco: Tabula Rasa. Sencillamente sublime, pleno de magia y misterio y encanto. Una epifanía.
El disco de Capuçon nos remite en automático al álbum original en todos sentidos, pues se trata del primero que grabó Arvo Pärt y se hizo mundialmente famoso (hay otras grabaciones, en otras compañías disqueras, pero ninguno tuvo la resonancia de éste): Tabula Rasa, en la disquera alemana ECM, grabación realizada por el propio dueño de la disquera: Manfred Eicher, a quien debemos toda la música de Arvo Pärt, pues creó un subsello exclusivo para él. Antes de este disco, Arvo Pärt era un perfecto desconocido. Hoy es el compositor vivo más interpretado en el planeta.
Sucede que un buen día, con neblina, Manfred Eicher manejaba su automóvil en la frontera con Estonia y de pronto escuchó en la radio una música que lo cautivó.
Se estacionó a la orilla de la carretera y cuando terminó la música, escuchó el nombre mágico del autor: Arvo Pärt.
Retomó la carretera y al llegar a Múnich, a sus oficinas, buscó de inmediato a Arvo, quien vivía en Berlín, exiliado; ese álbum reúne a varias estrellas del firmamento que participaron como músicos intérpretes de Fratres, Tabula Rasa, Cantus In Memory of Benjamin Britten: Gidon Kremer, Keith Jarrett (¡¡¡!!!), Los Doce Chelistas de la Filarmónica de Berlín y Alfred Schnittke, compositor soviético, amigo de Arvo, con quien vivió la aventura de la salida de su patria rumbo al exilio, en la clandestinidad.
Ese que es el primer disco de Arvo Pärt es la piedra de toque no solamente de la biblioteca del autor del Disquero, sino de la cultura musical contemporánea de Occidente. Es una música, la de Arvo, escrita por ángeles, para ángeles.
Que los ángeles cuiden por siempre a ese arcángel cuyo nombre es Arvo Pärt.