En México y el mundo, sólo 35 por ciento de quienes estudian carreras universitarias vinculadas a las ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) son mujeres. El porcentaje promedio global de investigadoras en estos campos, según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), es de 29.3 por ciento.
ONU-Mujeres señala que apenas 3 por ciento de los premios Nobel en ciencias han sido otorgados a mujeres, mientras 22 por ciento de los profesionales en inteligencia artificial pertenecen a este género. La diferencia es mayor en aprendizaje automatizado, área en la que sólo 12 por ciento son mujeres.
“Estudié ingeniería en electrónica, una carrera con muchas matemáticas, área en la que siempre me he considerado apta. El primer día de clases había unos 50 hombres y tan sólo tres alumnas. Después de cuatro años nos graduamos 27, de los cuales dos éramos mujeres”, señala Teresa, de 38 años, quien hoy ocupa un puesto ejecutivo en una de las más grandes empresas de telecomunicaciones del país.
En el Día Internacional de la Mujer y la Niña en las Ciencias, Teresa narra a La Jornada que “los comentarios machistas de profesores y compañeros eran comunes, pero eso me dio fuerza. Mi primer trabajo fue en el sector petrolero. El reto laboral fue grande, pero el social lo era más. Estar en un mundo principalmente de hombres me puso como objetivo demostrarles por qué sí merecía un lugar entre ellos. Ahí empecé a ser traductora de tecnología, es decir, a transformar el trabajo de campo en indicadores que daban valor a la organización”.
La familia, factor importante
Hilda Cristina Mares, egresada de la carrera de mecatrónica de la Unidad Profesional Interdisciplinaria en Ingeniería y Tecnologías Avanzadas del Instituto Politécnico Nacional, afirma: “Quienes optamos por una carrera STEM somos guerreras. Nos atraen los problemas realmente complejos y la capacidad de resistir. Aunque nos digan ‘es muy difícil, son muchas matemáticas, es un mundo de hombres’, no nos importa. Nos apasiona”.
Asegura que lo más importante para promover una vocación en las disciplinas STEM es la familia. “Llamo a los padres y familiares de las niñas y adolescentes, que son quienes detectan antes que nadie sus capacidades y talentos, para que alienten sus aptitudes. Es fundamental que crean en ellas y en su potencial”.
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía revelan que de las 752 mil personas ocupadas en tecnologías de la información y la comunicación en México, únicamente 17.1 por ciento son mujeres. De ellas, ocho de cada 10 no tienen cargos directivos.
Lo mismo ocurre en la industria extractiva y de electricidad, en la que sólo 18 por ciento de trabajadores son mujeres. La Red de Mujeres en Energía Renovable y Eficiencia Energética señala que 92 por ciento de los puestos de máxima autoridad son ocupados por varones y 8 por ciento por expertas.
El Instituto Nacional de las Mujeres indica que 95 por ciento de las niñas mexicanas no consideran una carrera relacionada con las disciplinas STEM porque “desde pequeñas se les transmite el mensaje de que no son tan capaces como los niños para estos campos, lo que origina que menos mujeres tengan estas especializaciones”.
Teresa recuerda que el camino hacia cargos de toma de decisión fue difícil: “Poco a poco me fui especializando. Gestioné proyectos, estudié una maestría, me certifiqué en diferentes áreas de tecnología y administración de proyectos; demostré a mi industria que era capaz. Hoy soy directora de proyectos en una empresa líder de telecomunicaciones”, afirma con satisfacción.