Que el mercado aproveche el 14 de febrero para celebrar el día del amor y la amistad no invalida el origen de esta celebración en honor al amor y a San Valentín, de quien cuentan fue sentenciado a muerte en ese día, pero del siglo III, por celebrar en secreto matrimonios para los enamorados, en directa oposición a la orden del emperador de Roma en cuanto a prohibir los matrimonios de jóvenes, considerando que los solteros sin familia eran mejores soldados.
Las necesidades de Estado están atrás de muchas de las normas sexuales y conyugales. Sin embargo, el ejercicio de la sexualidad, del matrimonio y de la reproducción ocurre en medio de regulaciones, a las cuales pocas personas están dispuestas a obedecer. Siempre han ocurrido prácticas coitales fuera del matrimonio, entre parejas heterosexuales y personas del mismo sexo, nacen hijos dentro y fuera del matrimonio, las uniones libres o informales y las disoluciones siempre han estado presentes en toda sociedad.
Aunque muchas pautas de la sexualidad se perpetúan en la cultura, con la historia cambian las regulaciones y la incidencia de cada una de las prácticas arriba señaladas. Desde medidados del siglo pasado, el acceso a métodos anticonceptivos abrió paso a la separación entre el ejercicio de la sexualidad heterosexual y la reproducción biológica, con lo cual la unión y el matrimonio dejaron de ser el único marco para regular la vida sexual y reproductiva. Entre los cambios importantes se señala el menor número de hijos y el menor tamaño de las familias, la institucionalización del matrimonio entre personas del mismo sexo, la elevación de la edad al matrimonio y la prolongación de la soltería, esta última relacionada con la escolaridad cada vez más prolongada de jóvenes, la falta de un empleo estable y la posibilidad de mantener relaciones sexuales sin la presión del embarazo ni del matrimonio. El acceso al aborto legal y seguro también ha contribuido. La estabilidad de las parejas también cambia, aunque la mayoría de las personas adultas continúa viviendo en pareja y teniendo hijos, hoy duran menos tiempo juntos, son menos estables que en el pasado y ocurren segundas y terceras nupcias. Todas estas transformaciones expresan también lo que Jeffrey Weeks llama la “secularización sexual”, la distancia progresiva entre las regulaciones religiosas y las prácticas sexuales, que ocurre aún entre creyentes.
En México, la unión libre y el matrimonio (consensual o forzado) a edad temprana constituye una forma tradicional de formar una familia (20 por ciento de las mexicanas lo hace antes de los 18 años), lo cual se asocia con condiciones de pobreza, falta de oportunidades educativas (horizonte educativo de nueve grados) y en algunas comunidades por razones de sobrevivencia étnica. Sin embargo, esta práctica coexiste hoy con un aumento de las uniones libres y descenso del matrimonio entre jóvenes de estratos medios y altos, semejante a las de las cohabitaciones propias de los países desarrollados (donde el matrimonio ocurre hacia los 30 años, en promedio), en los cuales los cónyuges cuentan con altos niveles educativos, se observa también que, luego de un periodo de convivencia, algunas personas que vivían en unión libre deciden contraer matrimonio.
Un estudio reciente encuentra que las uniones celebradas cuando la mujer es menor de edad tienen mayor riesgo de disolución que las celebradas cuando ella es mayor. Aunque la disolución o separación podría liberar a muchas mujeres unidas tempranamente de situaciones de abuso o violencia, la disolución conyugal suele dejar a las mujeres y a sus hijos en situaciones de mayor vulnerabilidad, las consecuencias económicas son más severas para las mujeres que para los hombres, pues son ellas quienes regularmente pierden acceso a los bienes de la pareja. De ahí la importancia de postergar la edad de la unión y de la maternidad, de completar la educación, al menos la media superior, y de insertarse al trabajo remunerado, a fin de construir capital humano y alcanzar autonomía económica antes de formar familia (Julieta Pérez Amador, “La unión conyugal en menores de edad y el riesgo de disolución”, en Coyuntura Demográfica núm. 18, El Colegio de México/Inmujeres/Somede/ Onumujeres, julio de 2020, pp. 53-59).
En el marco interinstitucional de la Estrategia para la Prevención del Embarazo en Adolescentes (Enapea), de la cual forman parte, además del Conapo, el Instituto Nacional de las Mujeres, la Secretaría de Educación Pública, el Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva, el Instituto Mexicano de la Juventud, el Sistema Nacional para la Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (Sipinna), el DIF, el Fondo de Población de Naciones Unidas, los consejos estatales de Población y organizaciones de la sociedad civil, entre otros, vamos a celebrar el 14 de febrero realizando encuentros con adolescentes y jóvenes en las diversas entidades del país, con el lema: “Yo decido vivir el amor libremente”.
* Secretaria general del Conapo
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