El término “pausa” en las relaciones entre México y España (“no queremos que nos roben y nos vean como tierra de conquista”) utilizado por el presidente López Obrador causó “sorpresa”, “asombro”, “rechazo” y otras “sensaciones” en la diplomacia de aquel país, cuyos representantes salieron a defender los intereses del reino y, especialmente, de “las empresas españolas” (canciller José Manuel Albares dixit), es decir, las mismas que, en connivencia con los gobiernos panistas y priístas, abusaron, de forma extrema, de la hospitalidad mexicana.
De acuerdo con su versión, la monarquía y sus empresas (o al revés) sí tienen “derecho a defender los intereses de España ante cualquier circunstancia y ante cualquier país” (Albares dixit), pero México no. Ella da cobertura e impunidad a sus consorcios saqueadores, pero se rasga las vestiduras si un gobierno como el mexicano pone freno al descarado robo por ellas cometido, porque dañan los intereses mexicanos.
“Curiosa” reacción de un gobierno “socialista” al servicio de la monarquía, porque en su afán de “cuidar los intereses” del reino ha hecho, junto con los franquistas, circo, maroma y teatro para evitar que el “rey emérito” Juan Carlos I –corrupto entre los corruptos– termine en la cárcel, con todo y que sus multimillonarios atracos, y los de su familia, han sido perfectamente documentados, al tiempo que censura a los medios de comunicación por “injuriar a la corona”.
Y esa es la misma línea que sigue para mantener intocados a los grandes corporativos españoles (los diplomáticos españoles operan en realidad como lobistas de ellos) que cruzaron el “charco” con el único fin de saquear a las naciones receptoras, siempre con la tesis de que es “benéfico” para esos países “descarriados” intercambiar oro por espejitos.
Para no ir más lejos, las mismas empresas españolas que denuncia el presidente López Obrador, han puesto a parir, en su propia tierra, a los súbitos del Felipillo. Recuérdese el caso de Iberdrola y sus brutales tarifas por consumo de energía eléctrica, que en el último año se incrementaron más de 300 por ciento, sin que el siempre preocupado gobierno “socialista” español le tocara un pelo ni atinara a frenar el atraco. Y como este, muchísimos casos más.
Entonces, si no lo hace en su tierra y en defensa de sus propios ciudadanos, menos lo hará en países receptores de inversión española, porque ese “preocupadísimo” gobierno “socialista” –como antes los franquistas– nunca cuestionó los contratos leoninos (más concesiones a manos llenas, evasión fiscal, saqueo garantizado, etcétera) con los que panistas y priístas beneficiaron (coimas de por medio) a los grandes corporativos gachupines. Por el contrario, aplaudió a rabiar por tratarse, dijo, de “una muestra de las buenas relaciones existentes”.
En vía de mientras, ayer el presidente López Obrador subrayó: “somos muy respetuosos del gobierno español, tenemos relaciones íntimas con el pueblo de España, pero en los últimos tiempos durante el periodo neoliberal empresas españolas, apoyadas por el poder político tanto de España como de México, abusaron de nuestro país y de nuestro pueblo, nos vieron como tierra de conquista, eso fue lo que dije, al grado que en cada sexenio había una empresa favorita de España, Iberdrola fue tratada con privilegios que nos afectaron”. Es, en pocas palabras, lo que un día antes definió como “promiscuidad económica-política en la cúpula de los gobiernos de México y de España como en tres sexenios seguidos, y nuestro país llevaba la peor parte, lo saqueaban. Entonces, nos han ofendido a los mexicanos, porque no sólo es el que trabajen los altos funcionarios con estas empresas, sino lo que nos cuesta este tipo de relación. Estamos hablando de subsidios, dinero del presupuesto, que es de todos los mexicanos, que en vez de usarse para sacar de la pobreza al pueblo se usaba para favorecer a estas empresas. No hablé de ruptura. No. Dije: vamos a serenar la relación, que ya no se esté pensando de que se va a saquear a México impunemente, ya eso pasó. Es una falta de respeto, deberían de ofrecer hasta disculpas; no lo han hecho, no importa, pero vamos a entrar a una etapa nueva, despacio. Y repito: no es ruptura… tenemos que respetarnos, y lo mismo en el manejo político”.
Las rebanadas del pastel
Lo mejor del caso es que el canciller Albares asegura que “España no ha hecho ninguna acción que pueda justificar una declaración de este tipo” (la de AMLO). ¡Ole!