Hay productos agrícolas que del campo a la mesa de los consumidores se encarecen hasta 500 por ciento, esto como consecuencia de los cuellos de botella en las cadenas de suministro y altos precios del transporte; sin embargo, también es producto de intermediarios que adquieren productos al mayoreo, quienes de acuerdo con datos de mercado se quedan con los mayores márgenes de ganancia.
Un Análisis de márgenes de comercialización, elaborado por el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA) revela que productos como limón, aguacate, naranja, tomate, cebolla, chile jalapeño, todos ellos con una inflación de doble y hasta triple dígito, en realidad tiene un bajo costo de producción; sin embargo, éste se dispara conforme pasa por los diferentes filtros antes de llegar al consumidor final.
Por ejemplo, el producto que muestra la mayor inflación dentro de la canasta básica es el limón, cuyo kilogramo ha pasado de 22.3 por ciento en enero de 2021 a 79.7 pesos al final del primer mes de 2022, lo que arroja un incremento anual de 217 por ciento.
En su análisis, el GCMA indica que el precio al productor se ubica en 27 pesos, para repartidores es de 35 pesos, para vendedores al mayoreo es de 43 pesos, mientras para el consumidor final es de 79.7 pesos. Es decir, entre el costo al que lo compran los comerciantes y al que lo hacen las familias, hay una diferencia de 82 por ciento.
Otro caso similar es el del aguacate, que en el último año muestra una inflación de 90 por ciento luego de que su precio por kilo escalara de 36.1 a 74 pesos.
Respecto a su cadena del campo a la mesa, el análisis del organismo privado muestra que al productor le cuesta 30 pesos producir un kilo, mientras que ese mismo kilogramo le cuesta 35 pesos al repartidor, 53.8 pesos a comerciantes y 74 pesos al consumidor final.
En este caso, la diferencia entre los dos últimos es de 37 por ciento.
Juan Carlos Anaya, presidente del GCMA, explicó que el análisis revela que a lo largo de la cadena hay diversas afectaciones, como clima adverso que repercute en una menor producción o bien mayores costos de recolección y empaque, así como aumentos en los precios de fertilizantes e insecticidas.