“Yo traigo un ángel de la guarda y los que se juntan con el diablo les va mal”, expresó el presidente Andrés Manuel López Obrador después de divulgar desde Palacio Nacional la imagen de cuando uno de sus fervientes opositores, Gilberto Lozano, truena la silla desde donde transmitía una videoconferencia.
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El líder de la organización denominada Frena se desploma frente a la pantalla exactamente cuando vociferaba que a “López se le están acabando sus días” .
El mandatario hizo este paréntesis ante los reporteros, con el argumento de que la mañanera estaba “muy plana, aburrida, a punto del bostezo”, y que luego le reclaman porque la rueda de prensa se pone acartonada y, a veces, aburrida, o que no habla rápido ni de corrido.
Así que en afán de “reivindicarse” empezó el anecdotario; recordó que el fin de semana se fue a caminar al bosque porque los médicos le han recomendado ejercitar el corazón. Ese día comentó que uno puede caer pero hay que levantarse.
Contó que él se ha caído muchas veces, incluso en público, en los templetes, en los mítines, y con esa curada en salud exhibió una entrevista del líder del PRI, Alejandro Moreno, cuando Alito expresa en una entrevista: “no vamos a aprobar ninguna reforma que beneficie a México”.
“Es evidente que fue un error. Se equivocó, ¿verdad?”, acotó el mandatario, al tiempo de justificar la exhibida a sus opositores: a mí me dicen que ya estoy chocheando, así que no hay que enojarnos, esto es así.
Luego siguió con Lozano, promotor de Frena, el mismo movimiento que instaló casas de campaña en el Zócalo para exigir la renuncia de López Obrador, pero los promotores de la protesta se iban a dormir a los hoteles de la zona.
Con todo, el Presidente les reconoció algo importante: “están bien definidos, o sea, no son de la política robalera –estar en dos aguas– y me caen bien, porque no simulan”, señaló. Los de Frena, agregó, recogieron firmas para la realización de la consulta de revocación de mandato, obviamente para que la gente vote por la renuncia del Presidente de la República, pero cuando “el señor estaba hablando en contra mía…(zas)”.
Y así dio por terminada la “aburrida” mañanera, con las risas –no simuladas– de integrantes de su gabinete.