Apenas la semana pasada, el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, había hecho un comentario, que pareció positivo, sobre la reforma eléctrica propuesta por el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Dijo que no había ido a la Cámara de Diputados a hablar sobre ese tema en específico, pero que deseaba abordarlo.
En esta columna se señaló que la postura del muy activo diplomático, aparentemente favorable a la citada reforma, consistía sólo en “palabras acomodables a las circunstancias”. En general, el titulaje de las notas periodísticas sobre el tema habló de un “apoyo” o “respaldo” de Salazar e incluso el Presidente de México, en su conferencia matutina de prensa, así lo consideró y emitió una frase que provocó revuelo en ámbitos políticos estadunidenses: “¡Qué bien, Ken!”
El embajador se defendió en cuanto pudo mediante dos tuits. En uno, asentó: “A pregunta sobre la reforma energética, compartí nuestra decidida visión de una América del Norte como potencia de energía limpia”; en otro, “una de mis prioridades en México es ver por inversionistas y empresas estadunidenses para que exista piso justo y parejo. #EEUU respeta la soberanía de México y confía en que México cumplirá los compromisos adquiridos bajo el #TMEC al considerar cambios al sector energético”.
Ayer, Salazar borró cualquier idea de coqueteo. En un comunicado, hizo saber que “el gobierno de Estados Unidos ha expresado reiteradamente preocupación sobre la propuesta actual del sector energético de México. Promover el uso de tecnologías más sucias, anticuadas y caras sobre alternativas renovables eficientes, pondría en desventaja tanto a consumidores como a la economía en general”.
A propósito de la polémica declaración original de Salazar, el pasado viernes se escribió en esta columna: “¿Puede inferirse que las palabras del centinela con uniforme de barras, estrellas y sombrero constituyen un espaldarazo a las reformas obradoristas o son solamente una generalización atorable en los detalles, grandes o pequeños, una declaración diplomática que tiene como telón de fondo la feroz imposición de la realidad geopolítica que exige alineación del interés mexicano al de la homogeneización norteamericana con botones de mando en Washington?”
El giro de Ken se produjo el mismo día en que a México arribó, para ir de visita a Palacio Nacional (además, habrá sesiones en la sede de la cancillería y en Hacienda), el enviado especial de Joe Biden para asuntos del clima, John Kerry, de amplia experiencia política, legislativa y diplomática.
El todavía candidato de Movimiento Ciudadano a la gubernatura de Quintana Roo, Roberto Palazuelos, salió ayer a medios para decir que no había dicho lo que sí dijo en una entrevista videograbada con Yordi Rosado en febrero de 2021: “matamos al gordo, matamos a otro güey”.
Su reculada fue dicha así: “Yo nunca maté a nadie, yo disparé al aire, disuadí al aire. Tenía una portación de arma de la Defensa, no tengo antecedentes penales, nunca he matado a nadie y están haciendo todo este rollo porque quieren tapar los escándalos de la casa en Houston”. Además, arguye que todo es para frenar su candidatura que está en tercer lugar de preferencias en Quintana Roo.
Con absoluto irrespeto a lo que consta en video (https://bit.ly/3gxlXnG ), Palazuelos asegura que él no dijo que había matado a nadie. Es de recordarse que entre risas, con un aire de prepotencia matona, Palazuelos dijo a Rosado: “matamos a dos cabrones” y, ante la expresión de Yordi, “¿cómo crees?”, reiteró, “matamos a dos cabrones”.
El entrevistador quiso precisar: “¿tú mataste a uno?”, y el declarante, envalentonado, soberbio, respondió: “todos, todo mundo le dio a todos”. En la “pinche balacera de su chingada madre, güey” que se armó aquel día, “hasta el gordo colombiano le jaló (aquí simuló con la mano una pistola), el teniente, yo, ya ni supimos quién le dio a quién: una puta balacera”.
Así que Dante Delgado y el MC tienen la palabra: ¿seguirán sosteniendo esa candidatura? ¡Hasta mañana!
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