Moscú. Aunque fracasó en su proclamado propósito de lograr una desescalada de la tensión en la frontera entre Rusia y Ucrania, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, puede considerar que no es tan malo el resultado de sus conversaciones con sus pares en Moscú y Kiev al ganar tiempo y dejar abierta la puerta, por estrecha que sea, a futuras negociaciones que puedan traducirse en un eventual entendimiento de las partes implicadas.
Durante su visita ayer a Kiev, Macron hizo patente el respaldo de Francia a la integridad territorial de Ucrania, formalizó la entrega de mil 200 millones de euros (suma igual a la concedida a Kiev por la Unión Europea) como ayuda financiera francesa para apuntalar la economía de ese país eslavo y volvió a apostar por la vía política y diplomática como solución a la actual crisis.
En este sentido, tanto él como su anfitrión, el presidente de Ucrania, Volodymir Zelensky, al responder a las preguntas de los periodistas al término de su reunión, coincidieron en que los acuerdos de Minsk son la base para un arreglo político del conflicto.
No trascendió cómo proponen hacer que se cumplan y, sobre todo, de qué manera piensan resolver lo que hasta ahora ha sido el principal escollo: el estatus especial de las regiones que no se supeditan a Kiev, punto suscrito por todos los firmantes de los acuerdos de Minsk y que todos interpretan a su manera, bloqueando el proceso completo.
Macron y Zelensky anunciaron que el jueves siguiente se celebrará un nuevo encuentro en Berlín de los asesores políticos de los líderes de los países que forman parte del llamado formato de Normandía –Alemania, Francia, Rusia y Ucrania (en orden alfabético)– que, a la luz de las propuestas y contraofertas, evaluará la posibilidad de convocar, este mes, una cumbre al máximo nivel que puede destrabar el cumplimiento de los compromisos ya asumidos.
En la anterior cumbre, celebrada en París en diciembre de 2019, los líderes acordaron volverse a reunir cuatro meses más tarde para “evaluar los avances” y, al no producirse ninguno, sigue pendiente la cita.
Ahora Macron –al cometer quizás una nueva indiscreción, en aras de aparecer como mediador exitoso, sobre todo ante su público francés que tiene la mirada puesta en el proceso electoral– reveló que Putin aceptó su propuesta de organizar un nuevo encuentro de los asesores políticos, a cargo de formular las iniciativas de cada parte.
Ese afán ya le costó a Macron un duro desmentido del Kremlin, molesto por haberse atribuido –según el periódico londinense Financial Times, que cita una fuente anónima del Elíseo– el mérito de que Putin le prometiera “no emprender nuevas iniciativas militares” y que “retiraría los 30 mil soldados emplazados en Bielorrusia”.
El vocero Dimitri Peskov lanzó sin piedad: “en esencia, es falso lo publicado por el Financial Times. Moscú y París no pudieron cerrar ningún pacto. Simplemente, es imposible”.
Y lo explicó así: “Francia ocupa la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea, es miembro de la OTAN, pero no es el líder de la alianza noratlántica. En ese bloque (militar) otro país (Estados Unidos) tiene el liderazgo. ¿De qué acuerdos están hablando?”
En cuanto al retiro de los 30 mil soldados, Peskov también devaluó el papel que se adjudicó Macron al decir que desde un principio se anunció que iban a participar en maniobras conjuntas con el ejército bielorruso y ello presupone su regreso a las bases permanentes cuando terminen los ejercicios bélicos.
El canciller federal de Alemania, Olaf Scholz, líder del otro país que promueve el formato de Normandía, tomará el relevo de venir a Moscú, la semana próxima, para continuar el diálogo con Putin.