Roma. El papa emérito Benedicto XVI pidió “perdón” ayer por cualquier “grave falta” en su gestión de casos de abusos sexuales contra menores cometidos por el clero, pero negó haber encubierto a sacerdotes, después de que un reporte independiente lo acusó de inacción en al menos cuatro casos, cuando era arzobispo de Munich, Alemania.
En su primera respuesta al informe difundida por el Vaticano, apuntó: “he tenido grandes responsabilidades en la Iglesia católica. Tanto más grande es mi dolor por los abusos y los errores que se produjeron en esos diferentes lugares durante el tiempo de mi mandato”.
Agregó: “sólo puedo expresar a todas las víctimas de abusos sexuales mi profunda vergüenza, mi gran dolor y mi sincera petición de perdón”.
Subrayó que en todos sus encuentros con víctimas “he percibido en sus ojos las consecuencias de una grandísima culpa y he aprendido a entender que nosotros mismos caemos dentro de esta grandísima culpa cuando la descuidamos o cuando no la afrontamos con la necesaria decisión y responsabilidad, como sucede demasiadas veces”.
El ex cardenal Joseph Ratzinger, de 94 años, respondía a un reporte publicado el 20 de enero por la firma de abogados Westpfahl Spilker Wastl encargada por la Iglesia alemana para estudiar cómo se gestionaron los casos de abusos sexuales en la arquidiócesis de Munich entre 1945 y 2019.
La indagatoria concluyó que durante su etapa como arzobispo de Munich entre 1977 y 1982 omitió cuatro casos de abuso y reasignó a la labor pastoral a los sacerdotes que cometieron las agresiones. Estimó que en las décadas estudiadas hubo al menos 497 víctimas y 235 sospechosos de abusos.
“Mayor es mi dolor por los errores que se han producido durante el tiempo de mi misión en los respectivos lugares”, agrega el Papa emérito, quien se declara “consternado”.
En un documento también publicado por el Vaticano, asesores de Ratzinger negaron el informe porque “no contiene ninguna prueba que respalde una acusación de conducta indebida o de ayuda al encubrimiento”.
Asociaciones de víctimas lamentaron la “ausencia de franqueza” de Benedicto XVI y consideraron que la carta emitida “no aporta nada nuevo”.