En unos meses, si antes no se llega a una solución, se cumplirán 15 años del comienzo de una de las huelgas más prolongadas en la historia del país: la que los mineros de Cananea mantienen desde julio de 2007 en respuesta a las violaciones al contrato colectivo de trabajo por parte de Grupo México, propiedad de Germán Larrea, el cual la adquirió a un precio ínfimo durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, en el marco de las privatizaciones características de ese sexenio, y tras un operativo militar para aplastar el descontento de los trabajadores.
Pero estos tres lustros son sólo un tramo de la historia de resistencia y lucha obrera que empezó en 1906 con el alzamiento en contra de la entonces propietaria de la mina, la Cananea Consolidated Copper Company, y la cruenta represión por parte de sicarios de Estados Unidos y tropas regulares de ese país, en un acto que contó con la vergonzosa colaboración del gobierno de Porfirio Díaz. El episodio se considera uno de los detonantes de la Revolución Mexicana.
Ya en el calderonato, y con el telón de fondo de la persecución política al dirigente del sindicato minero, el actual senador Napoleón Gómez Urrutia, se produjo la huelga de 2007, sucedida por tres años de resistencia.
En lugar de resolver las demandas mineras mediante el diálogo, en 2010 las autoridades de aquel entonces desalojaron a los obreros con contingentes policiales, y el secretario del Trabajo de Felipe Calderón, Javier Lozano Alarcón, armó, en coordinación con Larrea, un sindicato a modo, o blanco, sometido a la patronal, y en esas condiciones la mina, situada sobre uno de los mayores yacimiento de cobre del mundo, es explotada hasta la fecha. Mientras tanto, los mineros de la sección sindical 65 se han mantenido en pie de lucha hasta el presente. El actual gobierno ha buscado, por medio de la Secretaría de Gobernación, alentar una solución negociada para el añejo conflicto, pero sus llamados han sido desatendidos por la empresa propiedad de Larrea.
En tales circunstancias, es claro que las autoridades deben enviar un mensaje de firmeza y de legalidad ante el empecinamiento de Grupo México en sostener una situación violatoria de las leyes laborales nacionales y de los convenios internacionales.
Finalmente, sería deplorable que bajo el proyecto de la Cuarta Transformación, que contó desde un comienzo con el respaldo de los obreros de las minas, la huelga estallada en 2007 llegara a su 15 aniversario sin ser resuelta.
En Cananea no sólo está en suspenso la vigencia de los derechos de los empleados sino que se sigue perpetrando día tras día un agravio mayúsculo a un gremio fundamental en la conformación histórica del México contemporáneo.