Ciudad de México. El boxeo femenil en México parece atrapado en una burbuja. Sin avance significativo, como si las décadas de aparente desarrollo se disolvieran para dejarlo suspendido en el aire. Hay pesimismo, o franca desesperación, en el testimonio de Yuliahn Luna, campeona en peso gallo por el Consejo Mundial de Boxeo, quien conquistó el título el 31 de octubre de 2020 y desde entonces no ha podido hacer ningu-na defensa.
En contraste, la semana pasada, una popular cadena deportiva dio a conocer el boom del boxeo femenil en Estados Unidos. Si allá tardó décadas en ser aceptado por una industria, en los años recientes tuvo un crecimiento y promoción sorprendente. En 2021, sirva de ejemplo, la monarca de peso mediano Claressa Shields protagonizó una inédita función de pago por evento. Entre las figuras que el medio señaló como prospectos para 2022 no aparece ninguna mexicana.
“Es triste porque antes las estadunidenses venían a México porque allá no había oportunidades en el boxeo femenil”, comenta Yuliahn; “aquí llevábamos una delantera, había más actividad; hoy nos contratan en Estados Unidos sólo para perder, para llevarles los cinturones que necesitan para promover sus carreras, como les ha sucedido a varias compañeras”.
Si bien el Consejo Mundial de Boxeo tiene a cuatro mexicanas campeonas del orbe entre las 16 categorías del organismo –Yesenia Gómez, minimosca; Lourdes Juárez, supermosca; Yuliahn Luna, gallo y Yamileth Mercado, supergallo–, las experiencias recientes al enfrentar a las nuevas figuras estadunidenses no han sido afortunadas.
Ibeth Zamora perdió el título mosca ante la ex olímpica estadunidense Marlen Esparza en junio de 2021; esta misma derrotó después a otra mexicana, la ex monarca Anabel Ortiz, quien subió dos divisiones para ese combate.
La campeona pluma Amanda Serrano, puertorriqueña criada en Brooklyn, Nueva York, también se impuso a la chihuahuense Yamileth Mercado cuando ésta quiso probar suerte en una categoría arriba.
“Las mexicanas no podemos aprovechar el crecimiento del boxeo femenil en Estados Unidos porque sólo nos llegan ofertas para pelear en desventaja. Quieren que peleemos en pesos que no son los nuestros, como si sólo quisieran que les lleváramos el cinturón y no competir en igualdad”, señala Luna.
Las diferencias salariales entre ambos países son incomparables; el box femenil no es excepción. Fue simbólica una conferencia en 2017 en la Ciudad de México donde las rivales Yessica Kika Chávez y Esmeralda Moreno hicieron una tregua previa a su combate para protestar por las condiciones de desventaja en la que las mujeres se desempeñan en el pugilismo.
“Cuando gané el campeonato mundial pensé que mi carrera iba a mejorar, que mi vida sería muy diferente, pero hoy parece peor. Desde entonces tengo menos actividad y ni siquiera he podido defender mi cinturón”, lamenta Luna.
Las comparaciones parecen chocantes y absurdas, pero sirven para entender los desarrollos entre dos realidades. Mientras en Estados Unidos las mujeres en el boxeo por fin entraron al negocio, en México parece que se regresa al origen hostil de hace décadas. “Así cómo vamos a figurar en el crecimiento del boxeo en Estados Unidos. Sin peleas y sin futuro no podemos competir, aunque estamos dispuestas a todo”, finaliza Yuliahn Luna.