Goma, Congo., En la prisión donde cumple una condena de 10 años, el joven rapero congoleño Idengo quiso dar un concierto en honor a sus héroes Patrice Lumumba y Laurent-Désiré Kabila, pero el alcaide se negó porque temía que provocara una fuga de reclusos.
En diciembre, Delphin Katembo, más conocido como Idengo, de 25 años, y otro rapero, Muyisa Nzanzu Makasi, de 29, ambos de Kivu del Norte, provincia de la República Democrática del Congo asolada por grupos armados, fueron juzgados en Goma por las letras de sus canciones, consideradas peligrosas y un atentado al honor del ejército y del presidente, Félix Tshisekedi.
El tribunal militar sentenció a Idengo a 10 años de prisión, inculpado de haber instado a asesinar a soldados, policías y cascos azules. Muyisa fue condenado a dos por ultraje al jefe de Estado.
Actualmente esperan su juicio en apelación –cuya fecha no está fijada–, en la prisión central de Muzenze, desde la que hablaron telefónicamente con un periodista de la Afp.
“Mi primera canción se titulaba Derechos humanos”, señala Idengo. Tenía unos 10 años. A los 14 dio su primer concierto en su casa. En 2019, fue detenido a causa de sus temas, que le valieron algunos meses a la sombra. A principios de 2021 cantó Político estafador y lo pusieron nuevamente entre rejas; su última detención fue en octubre pasado por su tema Destrucción total, por la que fue condenado.
“Nos están sacrificando por dinero (...) estamos hartos de sus promesas”, canta, alternando francés con suahili. Su videoclip en YouTube lo muestra con un uniforme andrajoso, una honda colgada al cuello, y una hoz en la mano gesticulando cortar cabezas.
Durante su juicio, los defensores alegaron que sufre un trauma sicológico, ya que su familia fue diezmada por la guerra. “Es normal que cante de esta manera”, aseguraron.
“Su madre fue asesinada entre 2013 y 2014”, comenta un amigo, Bienvenu Sondu. “Después le tocó a su padre y otros familiares fueron masacrados por las FDA”, las temibles Fuerzas Democráticas Aliadas. Sus hermanos también han muerto. “En su familia eran cinco, y solamente él sobrevivió”, añade.
“No canto para vengar a mi familia –afirma Idengo–, sino porque continúan muriendo inocentes que no entienden de política. Con mi música quiero cambiar al país, me ayudará a construir un nuevo Congo”, asegura.
“Su condena es vergonzosa. ¡La gente del gran Norte lo respalda!”, se ofusca César Mutukufu Mukombozi, de 30 años, fanático de Idengo, cuando la Afp le preguntó sobre el estudio de grabación del rapero, en el barrio de Biautu.
Las paredes exteriores del pequeño local están pintadas con retratos de Patrice Lumumba, primer gobernante del Congo independiente, asesinado en 1961, y de Laurent-Désiré Kabila, presidente que corrió la misma suerte 40 años después.
La puerta está abierta. Adentro hay tres jóvenes frente a un sintetizador, preguntándose cómo componer canciones que demuestren que “la lucha por la libertad continúa. “¡Es inocente! Es una parodia”, asevera Barareddy Zéro.
“Lo que canta refleja la realidad. Pretenden amordazarnos”, añade Francine Soki, una estudiante de 19 años.
“No conocí a mi padre, muerto en las masacres”, confía a su vez Muyisa, quien vivía con su madre en Butembo, donde nació. Llegó a estudiar informática en la universidad, pero abandonó la carrera.
“Comencé con la música (...) la revolución, en 2020. Si mañana cambian las cosas, me dedicaré a otra (...), pero lo que ocurre aquí me empuja a hacerme oír. Bob Marley afirmaba que la música puede cambiarlo todo. No pretendo ser un héroe, sino despertar conciencias.”
Juzgado junto a Idengo, afirma que Tshisekedi “prometió poner fin a las matanzas (...) Pero nada cambió. No insulté al presidente, sólo le recordé su trabajo”, apostilla.