Poco después de que en 1993 el ingeniero agrónomo Mario Villanueva Madrid tomó posesión como gobernador de Quintana Roo, le hice llegar la propuesta para construir una moderna vía férrea de 120 kilómetros para comunicar a la ciudad de Cancún con Tulum. La intermediaria fue la licenciada María Cristina Castro, destacada especialista en temas de desarrollo urbano y regional creadora de un espléndido centro de documentación sobre la entidad. Ella me presentó a Villanueva Madrid en 1990, cuando era presidente municipal de Benito Juárez, cuya cabecera es Cancún. En esa ocasión él me explicó que la deformación facial que tenía se originó por haber estado en contacto con agroquímicos en el desempeño de su profesión.
Villanueva Madrid luego sería senador y, finalmente, gobernador de la entidad. Gozó durante buena parte de su gestión de la simpatía ciudadana, empresarial y la clase política por sus programas sociales y establecer entre Cancún y Tulum un exitoso corredor turístico de 120 kilómetros: la Riviera Maya. Creó el municipio de Solidaridad, nombre del programa insignia del presidente Carlos Salinas, el cual siempre lo apoyó. También lo tuvo de su sucesor, Ernesto Zedillo. Pero con éste y la dirigencia del PRI, se distanció al querer imponer a su sucesor y por sus nexos con narcotraficantes.
La idea del tren fue bien vista por Villanueva, varios secretarios de Estado y los grupos ecologistas. Era una forma de quebrar el imperio de los vehículos automotores, de generar menos gases de efecto invernadero, tema que comenzaba a discutirse en el mundo. Sin embargo, mi propuesta se descartó, pues una vía férrea le restaría poder a los sindicatos de taxistas, combis y autobuses en Cancún y su terminal aérea; en Puerto Morelos, Playa del Carmen y Tulum. Eran fieles aliados del PRI-gobierno en tiempos de elecciones. Y siguen tan influyentes que impiden la presencia de las plataformas, como Uber y Didi.
En vez de una vía férrea se construyó una moderna autopista con un camellón poblado de frondosos árboles, palmeras y postes de alumbrado. A la par del exitoso crecimiento de la Riviera Maya muchos más vehículos de todo tipo, al grado de tener que construir un segundo piso de varios kilómetros en Playa del Carmen para agilizar el tránsito hacia Tulum. Además, un periférico. Otra vía, de cuota, enlazó Cancún con Valladolid, Chichen Itzá y Mérida.
La actual administración pública finalmente se propuso establecer una vía férrea moderna y de mayor extensión: el Tren Maya. Recorre mil 500 kilometros divididos en siete tramos. Su costo: 230 mil millones de pesos. Comunicará las principales regiones de Tabasco, Campeche, Yucatán, Chiapas y Quintana Roo. Su objetivo: unir el polo turístico más importante del país con las comunidades rurales de esas entidades y así alentar su desarrollo económico y social.
Coordina la obra el Fondo Nacional de Turismo, Fonatur, y en la construcción de las vías y el equipo rodante participan empresas nacionales y del exterior. Sin embargo, la ruta original ha tenido siete cambios por mala planeación. La más reciente, en el tramo Cancún-Playa del Carmen-Tulum. Tendría una parte elevada al cruzar por Playa del Carmen. Pero las obras en este segmento se suspendieron luego de gastar 500 millones de pesos en ellas y talar y/o “trasplantar” de mala manera más de 20 mil frondosos árboles. La explicación oficial: causaría numerosos problemas a la población local. Ahora el tren irá por el periférico de esa ciudad. La estación, a siete kilómetros de su corazón turístico.
Recién recorrí el tramo eliminado y lo que destruyó. Me pregunto cómo pudieron aprobar tan absurdo trazo los responsables del multimillonario proyecto si eran obvios sus inconvenientes de todo tipo. ¿En qué nube dormían los encargados de supervisar los aspectos técnicos de la obra y las compañías constructoras? Ahora se deberá rellenar y reforestar el tramo excavado en la autopista Cancún-Tulum. Lo pagaremos con nuestros impuestos. ¿Y los culpables de este garrafal error y los seis anteriores? En la nómina, como si nada.