Uno de los estragos que ha dejado la pandemia de covid-19, además del paso de los años, entre los jerarcas de la Iglesia católica, ha sido que las generaciones de obispos, arzobispos y cardenales mediáticos y con posturas ideológicas contrastantes haya quedado atrás.
La semana pasada falleció, por complicaciones de esa enfermedad, Onésimo Cepeda Silva, obispo emérito de Ecatepec.
“Fue un prelado polémico, pero también un gran predicador. Se sentía más cómodo con los ricos, pero era complaciente con los humildes”, señaló a La Jornada Felipe Monroy, especialista en asuntos religiosos. “Se está yendo una generación de obispos que se formó durante la primera época del Papa emérito Juan Pablo II, cuyo ministerio parecía confrontar a la Iglesia progresista y a la conservadora. Muchos murieron o son eméritos y ya no tienen peso.
“Ahora hay un Episcopado con integrantes más diplomáticos, menos políticos, menos mediáticos, menos polarizados y más enfocados a la liturgia y al trabajo curial”. Está el caso de la Arquidiócesis Primada de México. Pasó de tener un arzobispo muy presente en los medios (el cardenal Norberto Rivera Carrera) a contar con uno más discreto (Carlos Aguiar Retes).
Elio Masferrer Kan, experto en temas religiosos, indicó a su vez que “es evidente que hay un relevo generacional en la Conferencia del Episcopado Mexicano” y que el protagonismo que alcanzaron algunos obispos quedó en el pasado. “De alguna manera hubo un momento muy creativo que vino del Concilio Vaticano II y de la reunión del Celam de Medellín”.
Consideró que al ser la Iglesia católica una de las estructuras burocráticas más antiguas del mundo, “se asciende en la medida que no es creativo. Sólo se es creativo cuando se llega a la posición que se quería llegar. El papa Francisco nunca dijo cuál era su programa, por eso llegó a ser cardenal jesuita con Juan Pablo II, que se sacó de encima a todos los jesuitas.
“Raúl Vera no dijo lo que pensaba hasta que llegó a ser obispo de San Cristóbal de las Casas, ahí se sale del huacal, porque sabe que no va a subir más. Nunca lo ascienden a arzobispo, llega a los 75 años y lo jubilan de inmediato; lo mismo con Onésimo, obispo y empresario, al poco tiempo de cumplir 75 años, va para afuera. La lógica de la burocracia vaticana es que debes ser un personaje gris, pero buen administrador, no es tanto un problema de ser de derecha o de izquierda.”
Monroy destacó que así acaba “una generación de obispos cercanos a la élite del poder y de los que hacían todo lo contrario, que eran seguidores de la teología de la liberación; se va una generación de obispos de dos bandos polarizados. Ahora la mayoría son prelados más de escritorio y de celebración que no han abierto sus posturas”.
Como ejemplos citó al cardenal Rivera Carrera, arzobispo primado emérito, quien en 2021 fue intubado al enfermar de coronavirus; al arzobispo emérito de Yucatán, Emilio Berlie, y al cardenal Juan Sandoval Íñiguez, de Guadalajara. Del otro lado a Vera, obispo emérito de Saltillo, quien sigue activo y que recientemente celebró misa en la Basílica de Guadalupe por los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa.
Masferrer Kan afirmó que “el desafío de la nueva generación de obispos es que no pueden hablar de persecución del gobierno federal, que era lo que decía Ernesto Corripio Ahumada, que luchaba contra los sentimientos anticatólicos y nacionalistas revolucionarios, eso es museo. Ahora el problema es que no tienen un enemigo a la vista. Además, la pandemia bajó la membresía de todas las iglesias y el reto es cómo trabajar en positivo”.