A la mitad de esta administración la situación está marcada por el estancamiento económico. Ese fue el signo ya desde 2019 y, luego, se acentuó marcadamente en 2020 por el efecto adverso de la pandemia sobre la actividad productiva. La recuperación registrada en 2021 ha sido insuficiente para revertir este desempeño.
El estado de la economía no muestra las condiciones propicias para generar una expansión suficiente que, primeramente, cierre la amplia brecha negativa que hoy existe y, a partir de ahí, impulse la dinámica de la producción.
Las expectativas de crecimiento del PIB para este año son muy reducidas y se extienden hacia adelante. Los resultados de 2021 quedaron por debajo de lo previsto y así ocurre con las estimaciones del presupuesto de 2022 y lo será para el fin del sexenio.
Se sostiene de modo oficial que las condiciones de estabilidad persisten y que los resultados negativos obtenidos de la gestión de la pandemia fueron positivos. (Véase, por ejemplo: https://www.jornada.com.mx/2022/02/04/economia/017n2eco).
Esos señalamientos, considerados de manera aislada y desordenada no dan cuenta de las interrelaciones de las variables que definen el desempeño de la economía.
El tipo de cambio se ha comportado de manera estable, pero ocurre precisamente en un entorno general de bajo nivel de actividad económica y su impacto en el comercio exterior: se ha exportado e importado menos.
En este caso no deberá perderse la oportunidad de la recuperación de la economía estadunidense, destino privilegiado de las exportaciones y origen de inversión extrajera. Tal efecto en la dinámica interna podrá irse reduciendo en la medida en que la inversión en el sector industrial del país se debilite y con ello se acentúe el estancamiento.
Un apoyo decisivo al tipo de cambio ha sido la superabundancia de remesas provenientes de Estados Unidos. Esta situación tiene un sentido social que tiende a ser mal representado y, así, manipulado también.
Los migrantes y los antiguos residentes mexicanos en aquel país mandan dinero a sus familiares por un encomiable motivo solidario. Concebirlos como héroes como se ha hecho desde el gobierno es impreciso en el mejor de los casos. No dejan el país por voluntad sino por buscar oportunidades de ingreso fuera, lo que ocurre en condiciones muy difíciles y hasta vejatorias. Evidencian el modo en que funciona esta economía y las condiciones sociales que los expulsan.
Los ingresos petroleros dependen de los precios internacionales. Hoy esos ingresos se elevan y apoyan a las finanzas públicas, pero son cíclicos. La política petrolera y eléctrica que se está conformando en el país deberá mostrar su capacidad de reforzar la capacidad productiva; el asunto está aun en etapa de definición. Además, el proceso local de transición energética podría desalinearse con respecto a las tendencias mundiales.
El nivel de la deuda pública se vincula, otra vez, con el nivel de la actividad económica y con la austeridad como modelo de gestión pública. En cuanto a la inflación, las condiciones internacionales la presionan al alza, pero también se ha alterado la formación de los precios internamente. La coexistencia del estancamiento e inflación hace más frágiles las condiciones económicas y la situación del bienestar social.
La reforma laboral ha provocado ciertamente un aumento del empleo formal, a lo que tiene que añadirse necesariamente la consideración de las condiciones de ese empleo. La informalidad, subocupación y precariedad siguen definiendo al mercado laboral. El aumento del salario mínimo es relevante y aún tiene que extenderse a más trabajadores.
La gestión de la pandemia en la que se enmarcan las consideraciones a la que se hace referencia está lejos de haber sido exitosa. Así lo muestran los datos disponibles sean oficiales o las extraoficiales.
Eso ocurre en el ámbito estricto de la salud: prevención de contagios, fallecimientos, condiciones de los servicios de atención médica, deficiencias del proceso de vacunación, efectos sobre las enfermedades no atendidas, abastecimiento de medicinas y demás. La cuestión se extiende a la crisis de la educación
También abarca de modo contundente la gestión económica y de apoyo a la planta productiva y los servicios, cuyo significativo debilitamiento ahora se manifiesta de modo cada vez más claro.
Sea cual sea la ideología que se profese, hay un factor ineludible para crear riqueza, para generar recursos que sustenten el bienestar duradero en una sociedad y crear las formas de redistribución que reduzcan efectivamente la pobreza y la desigualdad y ese factor es material: literalmente relativo a la materia,
El combustible para abastecer, afianzar y sostener la dinámica económica en el país es cada vez más reducido y el costo que esto representa cada vez elevado. El factor y sustento material se está haciendo cada vez más reducido, ineficaz e improductivo. El efecto es ya muy costoso socialmente, será cada vez más oneroso y duradero.