Tras el ilegal cuan oneroso “rescate” de la banca reprivatizada por Carlos Salinas de Gortari (todo con cargo a los mexicanos), nuestro país se convirtió en uno de los pocos en el mundo que, sin decoro alguno, entregó la mayor parte de su soberanía financiera al capital trasnacional (español, estadunidense, británico, canadiense), que se quedó con la porción más grande del pastel y de México hizo su paraíso.
Los “rescatados” por el Fobaproa (especuladores bursátiles –en su mayoría– amigos del gobierno que les entregó las instituciones reprivatizadas) gozaron de total impunidad (incluida la evasión fiscal), al tiempo que aplaudieron la extranjerización de los bancos por ellos exprimidos, destrozados, quebrados y “saneados” por el erario. Ernesto Zedillo no sólo los “salvó” –para hundir al resto de mexicanos–, sino que descaradamente y de forma ilegal utilizó recursos públicos para fines privados, como antesala para entregar la soberanía financiera al capital trasnacional.
Transcurridos veintisiete años de ese vergonzoso capítulo –uno de tantos– del régimen neoliberal, la trasnacional estadunidense Citigroup decidió deshacerse de Banamex (una de las instituciones reprivatizadas por Salinas que no debió ser “rescatada” con recursos públicos, la que, en contubernio con Ernesto Zedillo, se le permitió llenar la “panza” del Fobaproa con todo tipo de pasivos-basura) y venderlo al mejor postor, sin importar la procedencia del comprador.
Por cierto, cuando Citigroup compró Banamex, en el sexenio de Fox, la parte vendedora (los propietarios mexicanos) se beneficiaron con un segundo “favor” gubernamental (el primero fue el “rescate” del Fobaproa): no pagaron un solo centavo de impuestos (debieron enterar alrededor de 3 mil 750 millones de dólares) y aunque los más conocidos de esta evasión son Roberto Hernández y Alfredo Harp Helú, otros accionistas también sacaron enorme raja. Por ejemplo, Germán Larrea, Claudio X. González Laporte, María Asunción Aramburuzavala, Emilio Azcárraga Jean, Valentín Díez Morodo, Lorenzo Zambrano, Daniel Servitje, Carlos González Zabalegui y Ángel Losada, entre otros.
Pero bueno, para el gobierno de López Obrador la decisión de Citigroup abrió la puerta para que Banamex se “mexicanice” con ganas de intentar, en la medida de lo posible, balancear la participación nacional en el extranjerizado sistema financiero que opera en el país. Tal vez este sea un sueño guajiro, porque si algún nacional o un grupo de ellos se queda con dicho banco, no necesariamente responderá al interés del país, sino al que marque la ruta de las utilidades.
De cualquier forma, el presidente López Obrador ve con muy buenos ojos que la propiedad de Banamex se quede en “casa”, y ayer, aunque lo ha mencionado en varias ocasiones, dijo que “ahora que se está vendiendo, aun cuando no es una obligación, porque es una operación que tienen que hacer los dueños de ese banco, que son estadunidenses, de todas maneras les estamos enviando una (cinco, en realidad) recomendación respetuosa: primero, que los que compren sean mexicanos; ya no queremos, con todo respeto también lo digo, que los bancos estén en manos de extranjeros. No soy chovinista, tenemos que abrirnos al mundo, pero es ya tiempo de que sean los empresarios, los inversionistas mexicanos los que manejen estos bancos, los bancos particulares”.
¿Por qué? Bueno, “no estaríamos muy de acuerdo en que de nuevo extranjeros se apoderen de Banamex. Lo segundo es que quienes compren el banco sea gente responsable y que tenga respaldo económico para que se protejan los fondos de los ahorradores. Lo tercero es que debe ser gente que no tenga deuda en el SAT. El punto cuatro, que paguen impuesto por la venta, porque cuando ese banco se vendió en 12 mil 500 millones de dólares en el inicio del gobierno de Fox (2001), los que vendieron no pagaron ni un centavo de impuestos. Eso ya no se permite, tienen que pagar los impuestos. Ésta es también otra condición o recomendación”.
La “recomendación” número cinco es de gran importancia, aunque forma parte del sueño guajiro. Dice el mandatario: “Banamex tiene un acervo cultural mexicano, piezas de arte de mucho valor histórico, que pertenecen al pueblo. Tiene que quedar en el país; no queremos que sigan los saqueos de los bienes culturales del pueblo de México. Eso es lo que deseamos y nos gustaría que se tomara en cuenta”.
Las rebanadas del pastel
Murió el barón Alberto Bailleres y se fue impune.