De gira por Hidalgo (donde al gobernador priísta Omar Fayad le tocaron nuevamente abucheos, lo cual tal vez lo habilite para un próximo cargo diplomático), el presidente Andrés Manuel López Obrador reveló que en su más reciente episodio hospitalario preguntó a los médicos cuánto tiempo le daban de “garantía”, a lo que le respondieron “puede usted terminar”. Antes había hablado de “apurarnos, aplicarnos, aprovechar bien este tiempo” (https://bit.ly/3L8qsmV).
Aun cuando lo esencial ya lo ha dicho en otras ocasiones, precisó: “Yo voy a estar nada más hasta septiembre de 24; eso, si el pueblo lo decide ahora que va a haber una consulta, y si lo permite la naturaleza, la ciencia y el Creador. Pero yo termino a finales de septiembre de 24 y soy partidario, porque soy demócrata maderista, del sufragio efectivo y de la no relección. Si empezamos con eso de la relección, sintiendo que somos insustituibles, y caemos en el necesariato, vamos a regresar a la época de Porfirio Díaz o de Santa Anna. No. Democracia en México”.
En otro tema, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal informaron haberse reunido para hablar de agendas legislativas, sin mencionar las aureolas de precandidatos presidenciales que ambos portan, un tanto ajada la del zacatecano, en segundo plano la del canciller, que parece tener por delante a la Favorita de Palacio. Ya se verá si las sonrisas fotográficas del caso tienen un mayor significado futuro en la guerra prelectoral 2024 que ya se vive.
El prefecto Ken Salazar, por su parte, visitó la Cámara de Diputados y ahí emitió palabras acomodables a las circunstancias. Dijo que el presidente López Obrador “tiene razón al decir ‘vamos a hacer cambios para lo mejor del pueblo’ (...). El comentario es que las leyes siempre necesitan de reformarse, de aprender de la experiencia (...). Porque, en el tiempo, la experiencia nos da un aprendizaje grande”.
Así habló Salazar, embajador de Estados Unidos en México, vigilante celoso del proceso de definiciones en materia energética, eléctrica y de inversiones, sobre todo en el sureste. ¿Puede inferirse que las palabras del centinela con uniforme de barras, estrellas y sombrero constituyen un espaldarazo a las reformas obradoristas o son solamente una generalización atorable en los detalles, grandes o pequeños, una declaración diplomática que tiene como telón de fondo la feroz imposición de la realidad geopolítica que exige alineación del interés mexicano al de la homogeneización estadunidense con botones de mando en Washington?
La detención de Porfirio Javier Sánchez Mendoza, quien era secretario de Seguridad Pública del estado de Aguascalientes, tiene como contexto el panismo gobernante en esa entidad (con Martín Orozco) y, más atrás, los nexos de criminalidad del grupo encabezado por Genaro García Luna, quien fue una especie de vicepresidente policiaco durante el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa en Los Pinos.
Aunque el ejercicio de la tortura es moneda corriente en las prácticas policiacas y militares de nuestro país, y que muchos de los secretarios de Seguridad Pública de los estados (¿todos?) podrían estar en condiciones de ser destituidos por esas y otras razones delictivas, el caso de Sánchez Mendoza llama la atención porque su aprehensión está fundada en una investigación internacional y, sobre todo, porque engrosa el expediente negro del calderonismo, con elementos que alientan la expectativa de que el titular de ese sexenio inaugural de la “guerra contra el narcotráfico” pueda tener alguna forma de enjuiciamiento por rápida y furiosa traición a la patria.
Y, mientras el empequeñecido Partido Revolucionario Institucional ha decidido sumarse a Morena y al Partido del Trabajo para impulsar una reforma a las facultades del tribunal electoral federal, alianza primorosa que podría constituir el inicio de venideros acuerdos y votaciones conjuntas, ¡hasta el próximo lunes!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio Astillero