Gritos que desplazan el encantamiento. Necesidad de gritar doliente toda la vida, trazo que resignifica el desamparo original.
“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme...”, comienza el relato de un narrador omnisciente y a la vez transcriptor en primera persona. ¿Cervantes, Cide Hamete, Benengli (señor Miguel de los Cielos) o quién?
Quien no quiere recordar es el narrador, tanto omnisciente, no confiable, puesto que está haciendo una refiguración del texto árabe traducido al castellano del que no es el autor primero.
El “hipertexto” (el texto originario es el de Cide Hamete), la traducción, es la de un morito aljamiado (esto es, que sabe leer en árabe y en castellano), y la transcripción la hace el narrador omnisciente, confiable.
El trasfondo del relato está constituido por las novelas de caballería en boga en la época anterior a la vida de don Miguel Cervantes en decadencia.
Sin embargo, sigue siendo una posibilidad ilusoria y fantasiosa del “ingenioso Hidalgo” que evade la realidad que lo amenaza y la niega, viendo ejércitos o contrincantes caballeros cuando son ovejas, leones, toros, o bien, galeotes a quienes libera peleando contra la justicia en defensa de la misma y la bondad natural.
Relato de unas conversaciones con Gloria Prado, literata, filósofa y sicoanalítica de la que tanto he aprendido.