Con una reciente incursión en materia migratoria en la región (apenas hace 10 años de sus casi 160 años de historia), el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) ha asumido como atención prioritaria las consecuencias humanitarias de un fenómeno creciente: “Tratar de paliar las expresiones más dolorosas. Trabajamos mucho en la intersección del fenómeno migratorio y la violencia armada”, sostiene Mayra Roffe Gutman, coordinadora adjunta de Migración para México del CICR.
Esta población en movilidad “es de interés del CICR por su exposición a la violencia armada y los riesgos que van a enfrentar en su trayecto. En este sentido, estamos monitoreando la situación de inseguridad en el camino, por ello tenemos diálogo con actores relevantes, no sólo con el Instituto Nacional de Migración, la Guardia Nacional, las policías estatales”. Un diálogo bajo la premisa de confidencialidad, sin que ello signifique denuncias públicas o cuestionamientos a las políticas migratorias, que no son prácticas del CICR.
Roffe sostiene que tienen su propio diagnóstico confidencial de la inseguridad en la ruta migrante, los puntos de mayor riesgo, donde hay mayor presencia de los “diferentes actores armados no estatales (como el CICR identifica técnicamente a las bandas del crimen organizado), las redes de coyotaje, la trata. De ahí, ahora el mandato para trabajar en migración y nuestro interés de enfocarnos en los migrantes, que son más vulnerables y están más expuestos a estas formas de violencia.”
No es que el CICR tenga contacto con los actores armados no estatales, más bien tiene conocimiento de esa realidad para focalizar sus estrategias de alerta y mensajes de autocuidado dirigido a los migrantes; de orientación para evitar zonas de mayores riesgos que enfrentan situaciones conflictivas, acotó la funcionaria del organismo. “Es una valoración interna. No sacamos reportes públicos de violencia en un estado. Nos sirve para orientar nuestra acción humanitaria”, agregó.
El despliegue en el área del CICRabarca la coordinación de sus oficinas en Honduras, Guatemala, Nicaragua, México y Estados Unidos para enfrentar dos fenómenos regionales prioritarios: la migración y el desplazamiento interno (en Centroamérica con asistencia directa a los grupos desplazados y en México sólo en intercambio de información).
Según el más reciente estudio de caracterización de desplazamiento interno por violencia que elaboró la secretaría de Derechos Humanos de Honduras, en ese país hay 247 mil personas en esa condición que requieren atender “necesidades urgentes”, según el análisis de esa dependencia hondureña. El desplazamiento interno está estrechamente ligado a la migración del país.
Roffe Gutman precisa que en territorio mexicano el apoyo del CICR se concentra en tres ámbitos: salud, advertencia de riesgos y mensajes de autocuidado, así como apoyo a algunos albergues para potenciar su capacidad de atención en la ruta migrante.
El CICR tiene desplegados ocho puntos de asistencia a lo largo del país, en cada uno de los cuales “se brindan diferentes servicios, asistencia básica, la mayoría de ellos cuenta con médicos. Hay paramédicos y enfermeros que dan atención básica. Muchas veces servicios de conectividad, llamadas telefónicas, a veces hay un punto de conectividad Wi-Fi y brindamos mensajes de autocuidado”.
La comunicación con sus familiares es fundamental para prevenir posibles episodios de desaparición, ya que el contacto con su país permite darle seguimiento al trayecto que siguen hacia su destino final, explica Roffe.
En este despliegue del CICR, hay un proyecto que pretende afrontar los casos más extremos: aquellos migrantes que en su travesía resultan mutilados por caídas de algún tren o accidentes graves.
“Hay un programa que no hace ninguna otra organización, es un programa para quienes sufren accidentes en ruta migratoria y pierden una extremidad o sufren una lesión grave que muchas veces requieren de remplazos de alguna pieza de la columna vertebral, que son procedimientos muy costosos que no están cubiertos por la salud pública.”
El programa de prótesis es muy completo porque se le da seguimiento, rehabilitación, se llegan a cambiar prótesis y en ese proceso se respalda a la persona en tanto pueda reincorporarse a su vida activa, apunta.