Rangún. Las calles de las grandes ciudades de Myanmar quedaron vacías el martes y, desde sus casas, los habitantes aplaudieron para desafiar a la junta, en el primer aniversario del golpe de Estado militar que sumió al país en la violencia.
Rangún, la capital económica, estaba desierta y muchas tiendas permanecieron cerradas. Esta huelga silenciosa, convocada por los opositores al régimen, fue muy seguida en todo el país del sudeste asiático.
"El silencio es el grito más fuerte que podemos lanzar contra los soldados y su sangrienta represión", afirmó una opositora en Twitter.
En las redes sociales se podían ver imágenes de ciudadanos en su casa haciendo un saludo con tres dedos, un gesto de resistencia.
Por la tarde, se oyeron fuertes aplausos en varios barrios de Rangún y Mandalay (centro) para marcar el final de esta protesta silenciosa, constataron periodistas de la AFP.
Las autoridades advirtieron que estas acciones podrían ser calificadas de alta traición, un delito pasible de varios años de cárcel. En Rangún, 10 personas fueron detenidas, según la prensa local.
En paralelo, hubo manifestaciones promilitares en regiones no especificadas, según videos sin fecha difundidos por las autoridades. Partidarios del régimen enarbolaron la bandera nacional y denunciaron a las "Fuerzas de Defensa del Pueblo", milicias ciudadanas que efectúan operaciones de guerrilla contra las fuerzas de seguridad.
Un atentado con bomba contra una concentración promilitar en Tachilek (este) causó varias víctimas, informaron medios locales, sin dar un balance exacto. Por el momento, la AFP no pudo comprobar estas informaciones.
En unos comentarios publicados el martes, el jefe de la junta, Min Aung Hlaing, insistió en que el golpe respondió a un fraude en las elecciones de 2020 ganadas por el partido de Aung San Suu Kyi y consideradas limpias por la comunidad internacional. Y repitió su compromiso de celebrar elecciones "libres y justas" en agosto de 2023 si se ha restablecido la estabilidad.