Cuando empezó a tener síntomas parecidos a un resfriado, Francisco Gallo Estrada se preocupó en serio. El miedo de contraer otra vez covid mantenía a su equipo muy alerta. La mañana en la que sintió que no podía entrenar fue la señal temida y horas después confirmó el recontagio.
En puerta tenía una esperada pelea ante su rival nicaragüense, Román Chocolatito González, el 5 de febrero en Estados Unidos. Y no podía arriesgarse a una derrota al acudir con la incertidumbre del covid tan reciente.
“El covid nos arruinó el trabajo de varios meses”, admite Alfredo Caballero, su entrenador; “nadie como el Gallo quería esta revancha, pero llegar con esa interrupción por la enfermedad era arriesgarse demasiado”.
En el equipo de Caballero aún mantienen intacto el mal recuerdo que les dejó su ex peleador, Miguel Berchelt, quien sufrió una terrible derrota. Ese episodio dejó la sospecha de que la enfermedad puede acarrear secuelas costosas en los deportistas de alto rendimiento.
“Aunque Gallo padeció una enfermedad leve, tuvo que dejar de entrenar un par de semanas; eso es una ventaja al rival, además ya estaba encima la fecha de la pelea, no se puede llegar a un compromiso de esta magnitud en esas condiciones. Lo mejor era cancelar.”
Los imprevistos por la pandemia provocan cambios repentinos y obligan a los peleadores y promotores a improvisar para evitar pérdidas mayores. El contagio de uno de los estelares hizo que la próxima pelea de Carlos Cuadras ante el tailandés Srisaket Sor Rungvisai subiera a categoría de combate protagónico. Pero el positivo que ha dado éste último obligó hace unos días a buscar un relevo para el mexicano, quien ahora enfrentará a Jesse Rodríguez por el título supermosca.