El diario escrito por Cristóbal Colón, con motivo de su primer viaje al “llamado nuevo mundo”, es la inspiración de una de las instalaciones en Espacio oscuro donde no pueden ponerse las cosas, exposición de la artista belga Ana Torfs (Bruselas, 1963), que se expone en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC).
Respecto de la obra El loro y el ruiseñor, una fantasmagoría (2014), Torfs recuerda que Colón es considerado “el primer hombre moderno, en el sentido negativo de la palabra, ya que es el inicio del periodo colonial, capitalista, con el intercambio y la esclavitud. El diario documenta el encuentro de un hombre occidental con un continente; claro, pensaba que estaba en India.
“Es el comienzo de mucha miseria y de problemas globales que nunca se habían dado a esa escala antes de 1492. Todo eso está presente en el diario. Se siente tensión todo el tiempo, al igual que la estupidez de Colón al no querer ver lo que realmente ve. Es decir, no entiende lo que ve porque procede de un contexto medieval. Observa todo desde un marco de referencia occidental. Además, lo único que quiere es oro para los reyes de España”, dice en entrevista con La Jornada.
Espacio oscuro donde no pueden ponerse las cosas, integrada por cinco instalaciones, es una muestra concebida para el MUAC y curada por Virginia Roy. Se trata de obra de los siete años pasados, tres de reciente factura. Con una trayectoria de tres décadas, entre los temas recurrentes en la producción de Torfs está el trabajo que realiza con material histórico procedente de diferentes fuentes. De allí el diario de Colón. A la artista le interesa extraer materiales y literatura del pasado y trasladarlos al presente para hacer algo “actual”.
Otro tema recurrente en su obra la visión que se tiene de la realidad: “Me gusta decir que la historia es un cuento relatado por alguien; es muy subjetivo. Cuando éramos niños nos enseñaron en la escuela que la historia era objetiva. Sin embargo, no es para nada la verdad. Es lo que las personas piensan en un momento determinado en el tiempo. Los documentos con los que trabajo son los hijos de un periodo y es necesario volver a verlos con ojos de ahora y traerlos al presente”.
Torfs trata los textos siempre con relación a las imágenes, mas no para ilustrar. Son “espacios autónomos abiertos a la imaginación del público. Aunque mis obras son políticas y sensibles, no son didácticas. Son más poéticas y dejan mucho espacio para rellenar los huecos. Mi trabajo es muy visual, presente, sensual y bello, a pesar de que los temas que toco suelen ser tristes”.
Las tres instalaciones recientes son: Cuando silbas, el aire sale y Espectáculo secundario, ambas de 2019, y Los huesos de Eco/Convertidos en piedras (2020). Giran en torno a “la vida, la muerte, lo que aparece y desaparece; el cuerpo, la postura del artista y su fragilidad”. La quinta es Encantamientos (dobla, dobla), de 2017. Son complejas, con “muchas capas que descubrir”.
Torfs proviene del campo del cine. Aunque estudió ciencias políticas y de la comunicación, siempre tuvo una inclinación por lo artístico, de allí que cursó cuatro años de dirección cinematográfica. Después de dirigir un largometraje, se dedicó a deconstruir el cine: “Utilizo sus elementos, pero no para el cine, que encuentro demasiado pasivo. Prefiero la forma más libre que da el museo, donde puedes caminar y ver la pieza desde diferentes ángulos”.
Espacio oscuro... permanecerá hasta el 27 de febrero en el MUAC (Insurgentes Sur 3000, Centro Cultural Universitario, Coyoacán).