El escritor Sergio Ramírez, quien participó en el Hay Festival Cartagena de Indias, aseveró que su situación actual es muy incierta: “Viví el primer exilio cuando tenía 30 años; ahora, a mis casi 80, tengo que acostumbrarme de nueva cuenta a esta experiencia anómala por residir fuera de mi país, de mi tierra, de mis libros, de mis afectos, entre otras cosas que echo mucho de menos. Sin embargo, soy consciente de que no sé si me alcance la vida para regresar a Nicaragua”.
Así lo explicó el Premio Cervantes 2017 durante su participación virtual en este encuentro cultural, cuya transmisión se realizó en las redes sociales.
En exilio forzado, el novelista lamentó que sus compatriotas, asolados por el gobierno de Daniel Ortega, padezcan situaciones horripilantes, al igual que los presos políticos, en las que se pone en juego su salud física y mental.
“La represión en Nicaragua está a todo lo que da. Es un país pequeño y pobre, cuyas puertas siempre están abiertas para los paramilitares. La persecución gubernamental impera en mi país natal, además de que las cárceles están llenas de opositores.
“El año pasado tan sólo huyeron más de 100 mil nicaragüenses por distintas causas. No hay medicinas y prevalece la agonía y la ebullición. No sé cuánto dure esta situación, pero se requieren varios salvavidas, además de que se debe exigir la liberación de los presos políticos.”
Radicado en Madrid, España, Sergio Ramírez (Masatepe, Nicaragua, 1942) fue doble víctima del mandatario Daniel Ortega: por un lado, se ordenó la retención de su novela más reciente, Tongolele no sabía bailar (Alfaguara), por narrar la brutal represión y asesinatos políticos en las protestas de 2018 y, por el otro, debido a la orden de detención que hay en su contra y que le convirtió en un “exiliado forzado”.
Entrevistado por Jan Martínez Ahrens, el autor de Castigo divino recalcó que, aun ante las situaciones más trágicas, aprendió a ver al mundo con humor.
“El humor me surge naturalmente desde mi infancia. Mi familia estuvo muy vinculada a la música, pero algo que valoré muchísimo es que no se asumían con seriedad, sino que se reían de sí mismos. Por eso utilizo este recurso frecuentemente en mis obras; sin embargo, las tramas están cargadas de realidad, aunque en el caso de mi último libro, que cierra la trilogía de novela negra protagonizada por la inspectora Dolores Morales, se trata de una realidad contemporánea avasalladora.
“Me gusta apreciar el efecto de la tiranía sobre la gente humilde y sencilla. De ahí radica la inspiración para construir mis personajes, debido a que conozco muy bien a estas personas. Es mi cantera. La literatura es lenguaje, y en una novela se deben construir bastantes; me introduzco a la lengua popular, pero eso sí, cuando no la conozco la reinvento.
“Cuando mi padre quería designarme a ser abogado, me sentí llamado por el camino literario. Desde los 14 años solía escribir cuentos y a los 18 publiqué mi primera obra en ese género. Justo ahora trabajo en un proyecto similar que está casi listo.
“La escritura es compromiso y no un discurso político. Estoy del bando de los que hablan, no de los que callan. Si tengo una voz debo alzarla. Esta obligación voluntaria se originó en 1959 cuando soldados de Somoza dispararon contra algunos de mis compañeros. Ahora, cargo el exilio sobre mi espalda y acepto la realidad tal como es. No es fácil, pero pienso en aquellos exiliados que están peor que yo”, concluyó el autor.
Las grabaciones de las conferencias, entre otras actividades presenciales y virtuales que articulan el Hay Festival Cartagena estarán disponibles en sus plataformas digitales hasta el 13 de febrero.