Ciudad de México. Punk Planet fue una revista insólita, una perfecta anomalía que buscó cambiar la visión del punk como simple género de música. Gracias al trabajo de combativos periodistas –como Cate Levinson, Josh Hooten y Ryan Downey, entre otros–, incorporó, sin renunciar a su ideario guerrero ni a sus principios estéticos, otras tradiciones sonoras a su paleta, además de reseñas de novelas gráficas, artes visuales y una amplia variedad de temas progresistas.
Pionera en documentar la escena subterránea de las décadas de los 90 y 2000, con sus incendiarios artículos y sus lúcidas entrevistas, Punk Planet sacudió los cimientos de la omnipotente industria editorial ligada a la música, encabezada por Maximum Rocknroll. La brillante singularidad del estilo de sus colaboradores y la pasión de su compromiso político lograron plasmar la esencia de la subcultura punk y la convirtieron en la biblia de facto de la escena independiente, un auténtico fenómeno editorial cuyo legado sigue despertando el entusiasmo de nuevos lectores.
Por esto, no deja de ser significativo que la editorial argentina Walden decidiera publicar en español No te debemos nada, antología que presenta una selección de entrevistas que aparecieron durante la vida de ese punkzine.
Exhumar esta autopsia coral, en pleno aniversario 15 de la desaparición de Punk Planet, brinda a los lectores el raro privilegio de conversar, a la par que se convierte en un merecido homenaje, con quienes ayudaron a toda una generación a desprenderse del azote encabezado por Maximum Rocknroll, cuya estrechez de miras condenó a la agonía numerosos ejercicios artísticos de la escena independiente por considerarlos “poco punks”.
Diseño gráfico y política
El volumen, de 450 páginas, recoge las 30 conversaciones más destacadas de la revista. De acuerdo con Daniel Sinker, su fundador, “estas entrevistas están entre las mejores de las mejores” y permiten comprobar si, durante sus 13 años de vida, la publicación ayudó a cerrar la brecha entre la cultura y el activismo. Las charlas, que generalmente ocupan entre siete y 23 páginas, están agrupadas en seis secciones (pioneros del punk, músicos que alcanzaron el éxito general, artistas y diseñadores, formas de hacer las cosas de una manera nueva, punk y política, además de una sección dedicada a las desilusiones) y tienden a centrarse en las motivaciones del artista, organizador, activista o quien sea el entrevistado.
Aparte de funciones y reseñas musicales, Punk Planet cubrió temas como el feminismo, la política, los derechos humanos y el trabajo.
No te debemos nada es un extraordinario panorama del periodismo independiente. En él, Jeff Severns mira fotos de la nieta de Noam Chomsky mientras el filósofo y activista político le asegura que hay un número infinito de causas a las que se puede prestar atención, pero para distinguir a cual adherirse “hay que elegir prioridades… tomar esas decisiones depende de muchas cosas, desde la personalidad hasta el ambiente o tu contexto”.
Daniel Sinker logra un extraño momento de sinceridad con Miranda July (la directora de cine estadunidense se siente cansada, lo más difícil para ella fue hacer una película adaptándose a las convenciones del cine comercial); Josh Hooten se encuentra con Winston Smith, “el único responsable del estilo gráfico de una generación entera” que, entre otras cosas, diseñó la portada del álbum Live at Bilbao, de Tijuana No!; Jello Biafrano no escucha punk cuando compone. Twink, de Pink Fairies, y Sparks influyen más en él que los Sex Pistols o Ramones; Ian MacKaye cuenta que Fugazi se toma muy en serio el Hazlo Tú Mismo y explica cuál es la razón por la que ellos organizan sus fechas de conciertos, dan mantenimiento a sus propios equipos e incluso manejan sus propios impuestos; Kathleen Hanna afirma que sin la teoría feminista estaría perdida, “no sé qué hubiera hecho” y declara entre risas: “quiero hacer música feminista. Eso es lo que me interesa”; Art Chantry, el diseñador asociado a menudo con los carteles y portadas de álbumes, revela a Jos Hooten que las ideas del diseño gráfico llegan del lenguaje popular y no de la academia. El libro de Walden tiene una visión amplia de lo que comprende el movimiento y quién merece estar bajo su paraguas.
A lo largo de las páginas de esta antología, los entrevistados expresan deseos y anhelos de varias generaciones. El lector descubrirá que las guerras, la agitación social, el movimiento por los derechos civiles, la liberación de la mujer, los suburbios e incluso la migración influyeron en el punk y en el desarrollo de sus muchos subgéneros. Al mismo tiempo, la música dio voz a muchos de estos movimientos, brindándoles confianza y esperanza, ayudándolos a establecer metas e intensificando su impulso para alcanzarlas. Son “una ventana a un mundo mucho más grande y más importante que el de una revista. Ofrece una mirada única a lo que creemos que es el corazón del punk”, comenta en el prólogo, Daniel Sinker y justifica: “las 30 personas y bandas escogidas acá han cumplido papeles importantes en la construcción de nuestra cultura”.
Sin aprobación de nadie
A lo largo de No te debemos nada se percibe una visión local de Punk Planet. La mayoría de los entrevistados pertenecen a la escena estadunidense, pero intentar abarcar la totalidad del punk y la diversidad de la vida de sus protagonistas a nivel mundial en un solo volumen es una misión ambiciosa. Y para que tenga éxito una visión más abarcadora sólo subraya aún más el argumento central de Sinker de que la motivación central del fenómeno estético-musical nunca esperó la aprobación de nadie para hacer las cosas por su cuenta. El Hazlo Tú Mismo debe ser la respuesta.
Pese a su desaparición, a mediados de 2007, Punk Planet dejó un extraordinario legado periodístico formado por 80 números. El esfuerzo de reunir las entrevistas en un solo volumen completa el retablo de la historia de la publicación y de una época. ¿Acaso hay algo que pueda antojarse más entretenido que un libro sobre el punk contado por los protagonistas del género? Lo que consigue que la autopsia a 30 voces ejecutada por Daniel Sinker sea más apasionante que la abundante literatura sobre el tema es que aquí se cuenta la historia con sus propias palabras, y no escasean las jugosas revelaciones y los curiosos secretos celosamente guardados. No te debemos nada es un libro imprescindible.