El tigre de agua, que simboliza el fin de los males, la valentía y la prosperidad, es el animal que representa al año nuevo chino que inicia este primero de febrero. El Centro Nacional de las Artes (Cenart) celebrará mañana esta fiesta asiática.
Se festeja “para cambiar el rumbo de las cosas y creer en este tigre de agua, entrar con osadía y fuerza a lo que viene. Además de contagiarse con esta riqueza cultural”, expone Yaride Rizk, coordinadora del primer Festival Cultural de Año Nuevo Chino, que se realizará el domingo en las áreas verdes del centro.
“Nuestra intención es poner alguna semilla, compartir lo que a algunos mexicanos nos ha traído este país tan complejo”, afirma en entrevista quien también dirige la compañía de artistas marciales en escena Transatlántico.
Como eje central de la fiesta se harán exhibiciones de artes marciales, como wushu, también conocido como kung fu. “Para mí es muy importante darle cabida en el mundo del arte y la expresión humana. Es un terreno poco explorado en México, donde las artes marciales tienen una visión más deportiva. Sin embargo, caben dentro de las artes, en China, donde desde un principio tuvieron lugar como expresión humana, hasta llegar a la Ópera de Pekín”.
Las famosas danzas de León y de Dragón también se escenificarán en el espacio al aire libre. Estas coreografías tradicionales “son muy llamativas y performáticas, simbolizan algo muy importante para la cultura china. En la celebración del año nuevo, es una de las actividades muy populares. Esta danza justo habla de la prosperidad e invita al público a la reunión”.
Un momento metafórico
Yaride Rizk (Ciudad de México, 1984) recuerda su visita a un templo taoista en China años atrás; entonces, le evocó una sensación que conocía del cine, en especial del director Wong Kar-wai: “Me fascinaba la tridimensionalidad de sus imágenes a través de los distintos planos”.
Relata que en el recinto se asomó por una ventana, a través de la cual “no sólo vi el interior del templo: atrás vi el jardín y, luego, más al fondo, a unos monjes que estaban cosechando. Fue un momento metafórico, y muy concreto, acerca de la cultura china, porque es muy profunda. No puedes abrir una ventana, porque te lleva a otras tres y luego éstas a otras ocho. Siento mucho una visión del entendimiento del ser humano y la relación con el entorno”.
Tras dedicarse profesionalmente a hacer cine, Rizk vivió un momento de revelación cuando, hace aproximadamente 10 años, presenció el espectáculo Sutra, del bailarín y coreógrafo belga Sid Larbi Cherkaoui, quien trabajó con un monje shaolín. “Mi entrada se dio a través de las artes escénicas. Desconocía absolutamente todo; para mí, las artes marciales eran Bruce Lee, patadas y golpes. Pero entonces, cuando vi ese espectáculo, quedé alucinada; fue un golpe a mi víscera. No me refiero sólo por el tipo de movimiento, sino al de presencia”.
A la semana ya estaba entrenando y no ha dejado de hacerlo. En 2018 viajó al país asiático para estudiar artes marciales, “tal vez nunca terminaré de aprender ni de practicarlas”. Y la compañía Transatlántico retoma estas disciplinas en una fusión escénica del movimiento, con tintes contemporáneos, como ocurrirá entre a las 12 y 17 horas en el Cenart (Río Churubusco y calzada de Tlalpan).
El Año Nuevo que se celebra en China, o Fiesta de la Primavera, está basado en el calendario lunisolar; es decir, que toma en cuenta las fases del Sol y la Luna. Es la festividad tradicional más importante del calendario chino y en algunos otros países asiáticos.
De acuerdo con el conteo que se inició en el año 2697 antes de Cristo, este primero de febrero la humanidad inicia el año 4719. Durante las celebraciones, las familias utilizan el periodo vacacional para viajar a sus pueblos o ciudades de origen con el fin de reunirse con sus seres queridos.
En el Cenart se celebra por primera vez, en colaboración con la Asociación de Wushu de la Ciudad de México. Otras actividades que se ofrecerán son talleres de caligrafía y de chi kung, una línea de la medicina tradicional, “para que el público conozca un poco más de las profundidades de esta cultura; también un tipo de performance cantonés y muestras de la gastronomía. Vamos a celebrar el año del tigre como se lo merece. Obviamente, respetando las medidas de sanidad”.
Antes de su acercamiento a las artes marciales, Yaride asistía al Barrio Chino de la Ciudad de México (ubicado en la calle de Dolores, en el Centro) para la celebración.
“Me asombraba el nivel de festejo con el que lo vivían, pero siempre me mantuve como una espectadora de algo ajeno a mí, aunque muy atractivo. Lo disfrutaba mucho, porque está lleno de colores e incita mucho a la buena fortuna; la cultura china está impregnada de misticismo, siempre invoca a la buena fortuna, a la salud y a la prosperidad.
“Ahora que soy practicante y me he acercado de manera distinta, alcanzo a vislumbrar la profundidad que tiene; se abre de manera más amplia. Es una cultura inmensa, es un caleidoscopio.”