Berlín. Cada vez son menos los supervivientes del holocausto que pueden dar testimonio de lo ocurrido hace 77 años en Alemania, uno de los capítulos mas impactantes y vergonzosos en la historia moderna de la humanidad.
El 27 de enero de 1945 marca un efemérides doloroso en el colectivo alemán. Hace 77 años fue liberado el campo de concentración y exterminio en Auschwitz, hoy Polonia. Ahí fueron asesinadas mas de un millón de personas bajo un complejo y ordenado sistema de exterminio que ha sido considerado la industrialización del asesinato.
Al inicio de su sesión del día de hoy en el parlamento alemán, el Bundestag, se hizo hincapié en hacer frente al antisemitismo, esa hostilidad hacia los judíos que de manera alarmante aumenta en el mundo.
Dos personas distinguidas fueron invitadas para pronunciar discursos el día de hoy.
Mickey Levy, presidente del parlamento israelí, en un hecho sin precedentes en Alemania. Levy rompió en llanto al final de su discurso.
La otra invitada fue Inge Auerbacher, (87) superviviente del holocausto. El caso de Auerbacher no deja de ser conmovedor. Esta mujer de menuda figura nació un 31 de diciembre en un pueblecito de la llamada selva negra en Alemania, una boscosa región al sudoeste del país.
Según relata, el suyo fue el último nacimiento de un niño judío en esa región. “Fui alemana, soy alemana, vivo con una personalidad dividida, por un lado quisiera olvidar el pasado y por el otro me aferro a ese pasado por la importancia de la cultura de la memoria como una advertencia para el futuro… para mi hablar en el parlamento alemán significa todo, aunque ya también hablé en la ONU, este es el país donde ocurrieron esos horrores y porque nací en Alemania… es mi origen, uno no tira a la borda lo que uno vivió y siempre tengo presente que he tenido mucha suerte de haber sobrevivido a ese horror. De 15 mil niños que estábamos en el campo de concentración, al final sobrevivieron solo cien, yo soy una de esos cien niños”.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, Auerbacher y los supervivientes de su familia emigraron a Nueva York; vive en un departamento en el área de Queens, conocida por su multiculturalidad.
“ En Queens, en donde yo vivo las casas están juntas, en una casa vive una familia ortodoxa musulmana, al otro lado una familia hindú, vecino también de una familia cristiana, ahí cerca también vivo yo que soy judía; las cuatro religiones del mundo conviven en paz y esa es tal vez mi misión, tenemos que vivir juntos y considerar la manera en que otros viven, finalmente todos tenemos sangre roja”.
Embajadora de la paz y la reconciliación
Inge Auerbacher recibe constantes invitaciones para compartir su experiencia, ha publicado varios libros, uno de ellos titulado “ Soy una estrella”. Al respecto relata que la estrella amarilla de tela con la inscripción “Jude” -Judío- que durante el dominio nazi se obligó en Alemania a coser en la ropa y estar a la vista a todos los judíos partir de los seis años la guardó su madre como un recuerdo aunque fuera doloroso:
“Yo he cambiado el significado de esa estrella, todos somos una estrella, todos podemos vivir juntos y hoy en en día hay una nueva generación que no carga con sentimientos de culpa y que pueden construir un mejor futuro”.