En el actual contexto de crisis estratégica y bioclimática, el sector de la energía es un asunto de soberanía en su nivel más alto y de interés público y estatal al 100 por ciento. Todos los diseños privatizadores han sido desastrosos por su corrupción y voracidad. Las corruptelas y deslealtades a la soberanía nacional han ido tan a fondo que ante la reforma energética de 2013 –impulsada por Peña Nieto– un grupo de personalidades del mas alto nivel moral, político y académico envió un mensaje al Poder Legislativo. El texto fue firmado por Andrés Manuel López Obrador, Cuauhtémoc Cárdenas; el ex rector de la UNAM, Pablo González Casanova; el obispo Raúl Vera; el padre Miguel Concha; Mario Saucedo y Miguel Álvarez.
Los firmantes plantearon al Poder Legislativo que Enrique Peña Nieto “incurre en los delitos señalados por los artículos 108, párrafo segundo constitucional, y el 123 fracción primera del Código Penal Federal, porque compromete nuestra soberanía y pone en riesgo nuestro desarrollo como país libre e independiente y constituye un hecho aún más grave de lo que fue la entrega de Texas durante el siglo XIX”.
Junto con un creciente grupo de estudiosos del tema, como el economista Arturo Huerta de la UNAM, no veo justificación para dejar 46 por ciento del mercado eléctrico nacional a un sector privado que desde los años 90 ha venido actuando bajo el mandato del programa de ajuste estructural de entes bancarios vinculados al Departamento del Tesoro, operando toda línea de crédito con la condición de “llevar Pemex a un punto de venta”¿Cómo? Haciendo de presidentes y ministros country managers de los programas de ajuste estructural (PAE). Esa línea privatizadora es parte de una macroeconomía impulsada por el FMI sobre el sector energético de la periferia capitalista. Así lo explicó al público Rodrigo Carazo, ex presidente de Costa Rica. En el caso de las petroleras públicas, se les debilitó su integración vertical (IV) que fungió desde la exploración, extracción, hasta la transformación, distribución y venta. El ataque a la IV también se aplicó a la CFE que se vio afectada por contratos leoninos ampliamente explicados por su director, Manuel Bartlett Díaz, los que también afectan a Pemex ante las fuertes oscilaciones en los precios, pues si el precio del crudo bajaba, se acentuaba la venta de refinados o viceversa. Sin ella es difícil sostenerse ante la creciente especulación internacional.
Hoy conocemos los mecanismos financieros para la extracción de riqueza pública a favor de los privados que en las últimas fechas del panismo se acentuaron a niveles que hoy exigen mayor transparencia y afinación de los instrumentos legales para recuperar los fondos desaparecidos ante la profunda desigualdad que caracteriza el funcionamiento del capitalismo, tal y como lo conocemos. Ya Oxfam ilustra las dimensiones astronómicas de la inequidad: los mil millonarios del mundo poseen más riqueza que 4 mil 600 millones de personas. Esos mortales niveles de desigualdad son lo que llevan, entre otras calamidades, a dejar el manejo y control de las funciones de crédito y depósito en manos de intereses privados.
Desde el madrileño El País (21/1/22) la periodista Isabella Cota, al reseñar estos eventos de diplomacia energética, informa que –quiero pensar que con ojos propios y no los de la rapaz Iberdrola– (textual): “Granholm destacó el potencial de México para generar energía renovable, el cual, estimó, si se realizara por completo, tuviera capacidad para electrificar un territorio 10 veces el tamaño del país y pudiera crear millones de empleos bien remunerados y desarrollar una industria de exportación extraordinaria orientada a un mundo que necesita soluciones en energía limpia”. En efecto, la exposición solar mexicana es mucho mayor a la de Alemania, según estudio comparativo de Anthony Ingraffea, pero la energía solar es intermitente y de noche no hay sol, por lo que se requiere una fuente energética alternativa y la 4T no contempla un México exportador de crudo.
¿Es por eso lo de “aliados energéticos?
Teniendo presente el equiparar la reforma peñista con el agandalle de las petroleras texanas o las dimensiones territoriales que maneja Granholm, en medio de los tambores de guerra mejor recordar la advertencia de Richard Barnet:
“Una lucha global por los recursos ya está en marcha. La pregunta clave es si los que dominan el actual sistema sobre esos recursos controlarán el siguiente. La guerra ha sido la vía favorita de las potencias para enfrentar sus necesidades de recursos. Si ocurriera otra guerra mundial, lo más probable es que gire en torno a lo que los estados industrializados lleguen a considerar los elementos de la sobrevivencia. El petróleo, desde luego, pero también el hierro, cobre, uranio, cobalto, el trigo, el agua”. Desde esta perspectiva, agregaríamos ahora la exposición solar del territorio mexicano, el maíz y el litio.