Berlín. El Papa emérito Benedicto XVI reconoció que acudió a una reunión en 1980 en la que se discutió la transferencia de un sacerdote pedófilo a la que entonces era su diócesis, y señaló que su afirmación previa de que él no estuvo ahí se debió a un error en la edición de un comunicado.
El pronunciamiento llegó días después de nuevas acusaciones contra la Iglesia alemana en casos de abusos sexuales a menores. Un informe independiente dado a conocer la semana pasada señala a altos jerarcas de la Iglesia, incluido Benedicto XVI, por no haber actuado ante los abusos cometidos por sacerdotes a finales de los años 70 y principios de los 80.
Los autores del reporte sobre abuso sexual entre 1945 y 2019 en la arquidiócesis de Múnich, encabezada de 1977 a 1982 por el entonces cardenal Joseph Ratzinger, criticaron ayer la manera en que Benedicto XVI manejó cuatro casos durante su periodo como arzobispo y señalaron que su afirmación de que él no estaba en la reunión no era creíble.
Benedicto XVI, quien ofreció un largo testimonio por escrito, niega haber actuado de mala fe.
Un caso involucró la transferencia a Múnich de un sacerdote para someterse a terapia, que fue aprobada en el periodo de Ratzinger en 1980.
Al cura se le permitió seguir con su trabajo pastoral, decisión que la Iglesia ha dicho que fue tomada por un funcionario de bajo rango sin haber consultado al arzobispo. En 1986, el sacerdote recibió una sentencia suspendida por el abuso sexual de un menor.
En un comunicado de la agencia de noticias católica alemana KNA, monseñor Georg Gaenswein, por mucho tiempo secretario de Benedicto XVI, aseveró ayer que el Papa en retiro desea aclarar que él estuvo en la reunión de enero de 1980 de funcionarios locales de la Iglesia en la que se discutió la transferencia del sacerdote a Múnich. Agregó que Benedicto XVI ofrecía disculpas por el error.
“Él quiere enfatizar que esto no sucedió de manera intencional, sino que fue consecuencia de un error en el proceso editorial de su comunicado”, explicó Gaenswein.
Añadió que en la reunión no se tomó ninguna decisión sobre la reanudación del trabajo pastoral del sacerdote y que sólo se aprobó que fuera transferido a Múnich durante el periodo de su terapia.
En otro asunto, 125 católicos alemanes homosexuales, algunos sacerdotes o que trabajan para las parroquias, denunciaron ayer la política “discriminatoria” de la Iglesia y anunciaron su “salida del clóset” para “no esconderse más”.