“El paradigma que se rompe con el anuncio del ministro inglés Boris Johnson, este miércoles 19, por el que se pone fin a la mal llamada ‘vacunación’ (sustancia inyectable que inmuniza, pero si no inmuniza, no es vacuna), sus pasaportes de obediencia, los inservibles cubrebocas y los confinamientos que debilitan el sistema inmune, no son sólo el plan a o b de Boris; lo que se cayó fue la validez de la alopatía adoptada por los gobiernos occidentales como conocimiento exacto, lo que abre el cuestionamiento al modelo de salud, particularmente en México, un espacio para la inclusión de otras formas de pensar la salud pública, la inmunidad y al ser humano e incluso a los estados de conciencia asociados a la colectividad humana y al individuo, que pueden generar salud”, dice Fernando Illescas, investigador, diseñador técnico-científico y colaborador de La Jornada de Veracruz.
“Aunque la mayoría de los comunicados empezaron con la mentira de Boris de que este cambio era ‘un premio por portarse bien’, está explicado de sobra (1) que las inyecciones anticovid afectan permanentemente la capacidad del sistema inmune del inyectado contra las variedades de virus corona y tal vez otras, es decir, que hacen lo contrario de lo prometido, duplicando la probabilidad de que un inyectado se infecte con el virus real, que alguien no inyectado. Políticamente es una catástrofe, no sólo para el sistema inglés, sino que pone en evidencia a todos los gobiernos que dócilmente han seguido a la OMS. Todos, empezando por Canadá, Australia y Nueva Zelanda, tendrán que rectificar, Alemania e Irlanda ya pusieron fecha de término de estas absurdas medidas y Europa toda seguirá. La presión social se multiplicará ante estas verdades realmente científicas, que no las de propaganda al estilo nazi, censurando cualquier debate. Si aquí La Paloma añora a Juárez, el mundo añora a la verdadera ciencia y su sano debate, que venimos tratando de impulsar desde hace más de un año, como han hecho científicos ejemplares (2), algunos llamando a validar el antes probado dióxido de cloro (3). “Si las inyecciones no inmunizan, es obvio que no son responsables de la caída de la curva epidémica, sino la inmunidad natural. Urge ir por los perpetradores (4) antes de que nos suelten otra bioarma encima. La era de la ‘salud industrial Rockefeller’, comenzada con el Informe Flexner, ha terminado.”
Referencias en fabver.org