Morelia, Mich., Migrantes purépechas expusieron que “es un verdadero desafío” trabajar en Estados Unidos cuando no tienen familia ni amigos que los apoyen, porque a veces es más dura la discriminación de los mexicanos mestizos que la de los propios estadunidenses. “Por eso nos juntamos con la gente de las comunidades indígenas que salieron de sus pueblos, de otra forma no la haríamos”, señaló Marco Flores Antonio, oriundo de la comunidad de Quinceo, municipio de Paracho.
Narró que lleva 20 años viviendo en Washington y trabaja en el área de servicios. “Son muchos indígenas los que laboran en esa región de Estados Unidos y comparten remesas a sus familias de las zonas nahua, mazahua y purépecha”. “He visto en las noticias que el presidente (Andrés Manuel) López Obrador reconoce a los migrantes por sus remesas, por eso le pedimos organizar un programa de apoyo para los migrantes indígenas que regresan después de años de trabajo y sin dinero”, demandó.
Dijo que envían entre 100 y 500 dólares al mes a sus familiares, aunque a veces en Estados Unidos escasea el trabajo, y muchos cuando regresan a sus pueblos no llevan dinero por falta de oportunidades para ahorrar. “No hay prestaciones, ni seguro de despido”.
En entrevista telefónica, Flores Antonio comentó que los migrantes purépechas han trasladado sus usos y costumbres, y se han organizado, porque al radicar en un país extraño “hay personas de este país y los mismos mexicanos que luego abusan de nosotros”, denunció.
Investigadores y dirigentes indígenas como Pavel Guzmán, han explicado que el incremento de la migración se debe a la tala irracional del bosque (incluida la ilegal), la falta de mercado para las artesanías, escasez de trabajo para jóvenes con nueva formación, así como los conflictos sociales y políticos en las comunidades.
Pedro Hernández, de San Isidro, municipio de Los Reyes, agregó que al menos un centenar de habitantes de esa región se van por temporadas a Estados Unidos, los contratan desde su lugar de origen, pero les pagan menos y les cobran precios elevados por las visas.
Javier Mellápeti Cuiriz, de Santa Fe de la Laguna, municipio de Quiroga, quien desde hace 22 años residente en Lousville, Washington, comentó que los nativos están acostumbrados a enviar dinero cada mes a sus familias para los gastos y edificar una vivienda. Es egresado de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo donde estudio agronomía, pero por la falta de empleo y a invitación de su hermano emigró a Estados Unidos. “Mi hermano me habló por teléfono y me comentó que acababa de abrir una fábrica donde se ganaban muchos dólares… pero no fue así”.
Se acababa de casar y ya tenía unbebé, así que decidió ir solo al vecino país a probar suerte. Le pagaban 120 dólares a la semana y el dinero apenas le alcanzaba para cubrir gastos. Pensó en regresar a Santa Fe, pero terminó por cruzar a su familia como indocumentados.
Desde hace 20 años envía dinero a su mamá. Incluso aporta para las fiestas patronales y otros festejos de la comunidad. “Sin embargo, ya no me consideran comunero porque no vivo en el pueblo, pero el sueño de muchos de nosotros es regresar algún día a nuestra tierra”.
En Michoacán hay unos 400 mil indígenas y toda comunidad expulsa migrantes a Estados Unidos. Aunque no hay datos precisos se estima que existen alrededor de 120 mil, la mayoría purépechas, pero también nahuas, mazahuas y otomíes.
Estudios sobre migración indígena refieren que en comunidades como Cherán, Chilchota, Nahuatzen, Paracho, Aquila, Pátzcuaro y Tangamandapio, cerca de 30 por ciento de su población labora en Estados Unidos, y son el factor principal de la economía familiar por el envío de remesas.
La titular de la Secretaría del Migrante de Michoacán, Brenda Frada, estimó que en 2021 llegaron a Michoacán al menos 4 mil 500 millones de dólares por remesas, de las cuales al menos el 8 por ciento es de migrantes indígenas.