Ciudad de México. Enclavado en el Centro Histórico, el Punto de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes (Pilares) de Perú 88 trabaja al ritmo de sus usuarios; la mayoría se dedica al comercio, ya sea establecido o en la vía pública, que en sus ratos libres acuden a algunas de las actividades educativas, culturales o artísticas que se ofrecen.
De acuerdo con Eva Quiroga García, subdirectora de interculturalidad, quien recorre las calles y toca puertas para invitar a más familias, entre los jóvenes la principal petición es concluir sus estudios –la mayoría el bachillerato–, mientras que a sus mamás lo que las atrae son las clases de zumba.
Entre sus beneficiarios está Ventura de Jesús García, un joven mazahua de 27 años, quien después de tomar clases de cómputo, fotografía y literatura concluyó la preparatoria e ingresó al Instituto de Educación Superior Rosario Castellanos.
En su familia es el primero en cursar una carrera universitaria. “Mi mamá no fue a la escuela y mi papá sólo terminó la primaria. Tengo cinco hermanas y un hermano. Ninguno pudo concluir sus estudios”. Señaló que esa situación es común entre los integrantes del grupo indígena al que pertenece.
“Las carencias económicas y la falta de estudios son iguales para todos. Llega un momento en que los gastos te superan y no los puedes solventar; en mi caso, estaba en un bachilleres. Al principio tenía que gastar 4 mil pesos, más el pasaje y las actividades.”
Hace un año llegó al Pilares de Perú después de que por medio del programa Barrio Adentro se le invitara a participar en los talleres. Desde entonces distribuye su tiempo entre la venta de cubrebocas por las calles del Centro y las clases en la carrera de derecho y criminología, que por la pandemia toma en línea desde la ciberescuela, donde otros 230 jóvenes como él buscan concluir sus estudios.
De origen mazateco y joven también, Quiroga García es la enlace que en los recorridos de campo tiene como finalidad encontrar a los jóvenes, pero aprovecha para invitar a las madres y niños a distintas actividades en una labor que no ha sido fácil, pues al inicio prevalece la desconfianza hacia la autoridad que antes no los había visto.
Cuenta que entre las principales demandas de los jóvenes está cursar el bachillerato, mientras sus mamás piden clases de zumba. “En este espacio no tenemos, pero buscamos alternativas, por ejemplo, la Autoridad del Centro Histórico ha hecho vínculos con museos y organizaciones que llevan las actividades directamente a los predios”.
Su labor no concluye ahí, pues después la deserción es otro obstáculo a vencer. “Ha sido difícil la constancia, no porque no quieran, sino porque el tema económico los supera. Hay quienes tienen jornadas de trabajo de nueve a nueve y lo que hacemos es adaptarnos a sus tiempos. Cuando no pueden venir pasamos a dejarles el material y les damos seguimiento por teléfono. La tarea nuestra es no soltarlos”.
En la capital hay 214 Pilares en operación con 307 mil 272 usuarios, de los cuales 233 mil 157 acuden a las ciberescuelas.