Ginebra. El canciller ruso, Serguéi Lavrov, y el secretario de Estado estadunidense, Antony Blinken, determinaron ayer, durante la segunda reunión en Ginebra entre ambos países sobre la crisis en Ucrania, incrementar los esfuerzos para normalizar el funcionamiento de las legaciones diplomáticas bilaterales, mientras acordaron volver a reunirse “la próxima semana”. Se intenta distender la crisis internacional derivada de que Rusia mantiene 100 mil tropas cerca de la frontera con Ucrania, y exige a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) no extenderse por Europa del este.
“Se acordó intensificar la labor de los expertos para normalizar el funcionamiento de las legaciones diplomáticas de ambos gobiernos y estabilizar el régimen de visados”, detalló en un comunicado la cancillería rusa.
Agregó que Moscú se pronuncia por la reanudación de la plena presencia diplomática y exige la devolución de las propiedades diplomáticas rusas confiscadas por las autoridades de Washington.
En diciembre de 2016, poco antes de que el presidente Barack Obama (2009-2017) abandonara la Casa Blanca, su gobierno expulsó a 35 diplomáticos rusos y ordenó el cierre de dos residencias diplomáticas, las llamadas dachas en Centreville, Maryland, y Oyster Bay, Nueva York, en respuesta a la presunta interferencia rusa en las elecciones presidenciales estadunidenses de aquel año, lo que Rusia negó en reiteradas ocasiones.
La reunión de casi dos horas en Ginebra entre los dos altos funcionarios, es la última de una serie de iniciativas que empezaron con dos conversaciones telefónicas entre el presidente ruso, Vladimir Putin, y su par estadunidense, Joe Biden, en diciembre. En esta ocasión, fue menor la retórica de confrontación sobre la seguridad de Europa del este. Al calificar el tono de la reunión de “franco y sustancial”, Blinken aseguró a Lavrov que Washington dará respuestas por escrito la próxima semana a las demandas de Moscú para que Occidente reduzca su presencia militar en Europa del Este.
Blinken aceptó poner sobre la mesa “ideas” la semana que viene, pero no dijo si cumplirían las demandas de seguridad detalladas de los rusos, aunque advirtió que habría una respuesta incluso en caso de agresión “no militar” de Rusia contra Ucrania.
Pidió a las autoridades rusas que demuestren que no tiene intención de invadir a su vecino y “una muy buena manera para empezar sería haciendo retroceder a sus tropas de la frontera de Ucrania”.
El Kremlin niega cualquier intención bélica, pero condiciona la desescalada a la firma de tratados que garanticen la no expansión y la retirada del Europa del Este de la OTAN.
La cancillería rusa advirtió que si Occidente seguía “ignorando las preocupaciones legítimas de Rusia”, habrá “graves consecuencias que pueden evitarse si Washington reacciona positivamente a nuestros proyectos de acuerdo sobre garantías de seguridad”.
“Funcionarios estadunidenses pidieron a sus colegas rusos que mantengan el documento en secreto” sobre las garantías recíprocas de seguridad en Europa, alude un comunicado citado por el diario The Washington Post.
Dmytro Kuleba, ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, expuso que es “bueno saber que los contactos diplomáticos con Rusia permanecen activos”.
Como muestra de la complejidad de la situación, el día de las negociaciones, Rusia decidió insistir en la retirada de las tropas extranjeras de los países de la OTAN que se incorporaron después de 1997.
Maniobras navales de ambas partes
Moscú mencionó específicamente a Bulgaria y Rumania, aunque la lista incluye a 14 países del antiguo bloque comunista. Oana Lungescu, vocero del gobierno rumano, consideró inaceptable la demanda y la Alianza del Atlántico la rechazó con el argumento de que tal repliegue “crearía miembros de la OTAN de primera y de segunda clase”.
Pese al encuentro, el Pentágono anunció que tropas de la OTAN ejecutarán ejercicios navales a gran escala en el Mediterráneo el lunes con la participación del portaviones estadunidense USS Harry Truman, mientras que Rusia también anunció maniobras navales al mismo tiempo en el mar Negro.
El servicio de inteligencia militar ucranio acusó a Rusia de seguir “reforzando las capacidades de combate” de los separatistas pro rusos en el este de Ucrania, con tanques, sistemas de artillería y municiones. Moscú es considerado, a pesar de sus desmentidos, como el apoyo de estos combatientes, que ha dejado más de 13 mil muertos desde 2014, cuando anexionó a Crimea.
El presidente de la cámara baja rusa, Viacheslav Volodin, anunció que el parlamento debatirá la próxima semana una petición para que Putin reconozca la independencia de los territorios separatistas de Donestk y Lugansk.
El presidente ucranio, Volodimir Zelenski, alertó que Rusia podría llevar a cabo un intento de ocupación en la ciudad de Jarkov, en el noreste del país, y señaló que este podría ser “el comienzo de una guerra a gran escala”.
Estonia, Letonia y Lituania enviarán misiles antitanque y antiaéreos para ayudar a Kiev a defenderse de “una posible agresión rusa”.
El canciller alemán, Olaf Scholz, y el premier británico, Boris Johnson, advirtieron a Rusia que tendrá que asumir costos en caso de una agresión militar a Ucrania.