Dos hombres que duermen en un bajopuente de la Glorieta de los Insurgentes echan relajo cuando miran a los jóvenes pegar carteles. “¡Son nuestros fans!”, grita uno, y el otro celebra con una carcajada.
No les falta razón. Los jóvenes pertenecen a organizaciones agrupadas en la Alianza contra la Desigualdad (ADM), iniciativa desplegada en 66 países que se propone “aminorar las brechas de desigualdad a nivel global”.
Aquí y en otras latitudes, la alianza promueve que los países fijen un impuesto a las grandes fortunas. En México, esto significaría, entre otras cosas, que los 13 multimillonarios cuyas fortunas rebasan los ingresos de casi la mitad de la población, pagaran un impuesto especial a la riqueza (un pelito del gato, pues se propone 2 a 5 por ciento).
“Que los ricos paguen” (o #QueLxsRicxsPaguen, en redes sociales) se llama la campaña. Los activistas conversan con la gente, pintan murales, organizan rodadas y pegan carteles con el lema impreso en español, náhuatl, purépecha y hñähñu.
“Toma chocolate, paga lo que debes” es otro de los lemas de la campaña, que pareciera dirigido al magnate Salinas Pliego y su reticencia a ponerse al corriente con el SAT.
La campaña busca, aquí, que legisladores hagan suya la propuesta de gravar a los más ricos del país.
Antes de dejar la glorieta para seguir la pega de carteles por Insurgentes, Aline Zunzunegui, coordinadora nacional de la ADM, recordó que el ex diputado Alfonso Ramírez Cuéllar presentó una iniciativa para crear un impuesto a la riqueza, aunque después “se fue para atrás esa iniciativa”.
En América Latina se combinan la resistencia de los más ricos a tributar y una pobre cultura fiscal. Esto ha impedido, dice la activista, que prosperen iniciativas como el impuesto a la riqueza.
Para ser realidad, la iniciativa requeriría una reforma fiscal que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha considerado innecesaria, sobre todo tras la eliminación legal de las condonaciones y los sucesivos anuncios de pago de impuestos atrasados por grandes consorcios.
“Lo vemos utópico, pero estamos haciendo estos esfuerzos para que pase”, cierra Zunzunegui.