Londres. El premier británico, Boris Johnson, quien antier parecía tener las horas contadas ante la ira causada en su Partido Conservador por las fiestas en la residencia oficial durante el confinamiento, fue rescatado ayer, paradójicamente, por la defección de uno de sus diputados.
En una de las imágenes más impactantes de la agitadísima sesión parlamentaria de antier, en que hubo hasta cinco llamados a la dimisión de Johnson, el conservador Christian Wakeford se levantó de la bancada del gobierno y cruzó la Cámara de los Comunes para ir a sentarse con la oposición laborista.
“Usted y el Partido Conservador en su conjunto han demostrado ser incapaces de ofrecer el liderazgo y el gobierno que este país se merece”, denunció, en un mensaje leído por otro parlamentario.
Este diputado de 37 años forma parte de los jóvenes conservadores elegidos en las elecciones generales de 2019 en circunscripciones del desindustrializado norte de Inglaterra, que tradicionalmente votaban al Partido Laborista pero se vieron seducidas por la promesa de Johnson de consumar el Brexit, que entonces llevaba años estancado.
Como él, muchos se sitúan entre los conservadores más críticos con la actitud de su líder, que escribieron cartas al Comité 1922, encargado de la gestión del grupo parlamentario, pidiendo el lanzamiento de una moción de censura interna para expulsarlo de las riendas del partido y, en consecuencia, de Downing Street.
Sin embargo, para ello se necesitan al menos 54 cartas, 15 por ciento de los 360 diputados de la mayoría gubernamental, y aunque su número se mantiene en secreto hasta que se alcanza ese umbral, la rebelión parecía enfriada ayer precisamente por el movimiento del tránsfuga.
En un momento en que los sondeos dan una inusual ventaja de más de 10 puntos a los laboristas, su defección recordó a algunos conservadores lo mucho que está en juego.
“El premier probablemente agradezca a Christian lo que hizo, porque ha hecho que mucha gente se lo piense dos veces”, explicó el diputado Andrew Percy a la emisora Radio 4 de la BBC.
“Ha hecho que la gente esté un poco más relajada, ha calmado los nervios”, aseguró. “Creo que la gente ha reconocido que en realidad este constante mirarse el ombligo y el debate interno sólo beneficia a nuestros adversarios políticos”, subrayó.
Según algunos medios, parte de los rebeldes habrían incluso retirado sus cartas ya presentadas al Comité 1922.
Sus detractores acusan a Johnson de mentir al Parlamento sobre lo que sabía en relación con las numerosas fiestas, por lo general con fuerte consumo de bebidas alcohólicas, celebradas por el personal de Downing Street, donde se encuentran sus oficinas y su residencia oficial, durante los confinamientos por el covid-19 impuestos en los últimos años y que prohibían este tipo de reuniones.
Aunque la semana pasada ofreció disculpas por lo que esto pudo haber significado para 67 millones de británicos que en ese momento no podían ver a sus familiares y amigos, y ni siquiera despedirse de sus fallecidos, el premier negó haber infringido ninguna norma.
Pidió a todos esperar a las conclusiones de una investigación interna encargada a la funcionaria Sue Gray que podría darse a conocerse la próxima semana. Y el miércoles se defendió de forma muy combativa en un puesto que espera conservar hasta las próximas legislativas, previstas hasta 2024.