El primer mes del tercer año de la pandemia ha resultado intolerable por la velocísima expansión de los nuevos contagios. Buena parte, quizá la mayor, de ellos se atribuye a ómicron, variante que no se había designado hace dos meses. Ya se ha tornado o está convirtiéndose en la dominante. Se trata de la más reciente de las cinco “variantes de preocupación” identificadas y, a diferencia de las anteriores –cuyo lugar de surgimiento está definido: beta en Sudáfrica y delta en India, por ejemplo–, su aparición, según la primera muestra documentada, ocurrió en “múltiples países” el 26 de noviembre de 2021 (https://bit.ly/3H0kzpz). Esto explica la velocidad y amplitud geográfica de su dispersión. Los nuevos contagios alcanzaron, en la semana al 16 de enero, a 18.7 millones, con media de 2.7 millones diarios; nueve semanas antes, al 15/11/21, las cifras correspondientes fueron 3.8 millones y 542 mil. En otras palabras, se multiplicaron por seis en sólo nueve semanas: uno de los aumentos más explosivos de nuevos contagios a lo largo de la pandemia. La menor gravedad de los contagios por ómicron, de la que tanto se ha hablado, no alivió la carga sobre los servicios hospitalarios y de salud, sobre todo en los países de menor ingreso, por el aumento abrumador de las demandas de atención.
Con el nuevo año y el mayor conocimiento sobre la evolución de la pandemia, aparecieron también revisiones de los diagnósticos institucionales respecto de la marcha de la economía mundial en 2021 y las previsiones para los próximos dos años. La pandemia aparece claramente reconocida en esos estudios como el elemento determinante del devenir de la economía mundial, tanto en sus diversos segmentos –desde las naciones avanzadas hasta los países de menor desarrollo– como en los distintos sectores productivos y de servicios, elevando la inflación, afectando el volumen de empleo y las relaciones financieras y mercantiles internacionales, a través de sus efectos sobre las cadenas productivas y de valor y la disponibilidad y costo del transporte. Al inicio, las actividades se suspendían por decisión de política, ahora se interrumpen por el contagio de empleados y trabajadores.
Esta nota se apoya en Global Economic Prospects, del Banco Mundial (consulto la versión original en inglés, pues a la fecha de redacción de estos apuntes no estaba disponible la traducción completa al español). El breve sumario inicial señala a la pandemia –de manera directa e indirecta– como el principal factor de riesgo recesivo para la actividad económica global en éste y el próximo año:
“La recuperación global habrá de desacelerarse marcadamente entre los continuados brotes de covid19.
“La producción en las economías de mercado emergentes y en desarrollo se mantendrá sustancialmente por debajo de los niveles previos a la pandemia en [los próximos dos años].
“La perspectiva global se ve ensombrecida por varios riesgos recesivos, incluyendo renovados brotes de covid-19, debidos a ómicron o a nuevas variantes…
“Las tensiones sociales pueden agudizarse por el aumento de la desigualdad, tanto entre los países como dentro de éstos, derivado de la pandemia.
“Estos desafíos subrayan la importancia de fortalecer la cooperación internacional para acelerar la distribución rápida y equitativa de las vacunas.”
En suma, cinco alusiones directas en un texto-resumen de 16 líneas. Es claro, entonces, que el principal mensaje que transmite este novísimo informe del Banco Mundial es que en el presente y en los siguientes dos años, la pandemia y sus secuelas seguirán constituyendo el mayor desafío para la buena marcha de la economía mundial.
En términos de prioridades de política, la mayor prioridad debe otorgarse a integrar un esfuerzo mundial, coherente y coordinado, que logre detener la dispersión de la enfermedad, controle y limite sus secuelas y alcance al conjunto de la población mundial, no solo como imperativo ético, sino como condición sine qua non de efectividad.
El documento del Banco Mundial también advierte que el crecimiento de la actividad económica mundial en 2022 y 2023 se mantendrá por debajo del calculado en 5.5 por ciento para 2021, situándose en 4.1 y 2.3 por ciento, con caídas anuales sucesivas de 1.4 y 0.9 puntos. Estas contracciones afectarán tanto a las economías avanzadas como a las emergentes de mercado y en desarrollo (con 1.2 y 1.3 puntos y 1.7 y 0.2 puntos, respectivamente), ampliando la brecha de desarrollo y la desigualdad.
Por regiones, en el año en curso, se esperan crecimientos mínimos en Oriente medio y Noráfrica, Asia Meridional y África subsahariana y contracciones en América Latina y el Caribe (menos 4.1 puntos), Europa y Asia central (menos 2.8 puntos) y Asia oriental y el Pacífico (menos 2 puntos). En la visión del Banco Mundial, el mundo que eventualmente emergerá de la pandemia será menos rico, generará menor producción de bienes y servicios y será marcadamente más desigual. América Latina y el Caribe será la más afectada de las seis regiones.