Esta es la segunda vez que utilizo este espacio para escribir sobre el injusto encarcelamiento de María Luisa Villanueva, quien lleva 24 años y dos semanas presa por un delito que no cometió (https://www.jornada.com.mx/2019/08/ 29/opinion/016a2pol). En los dos años que han pasado desde mi artículo anterior, su salud se ha deteriorado y su vida corre peligro. Encarcelada el 6 de enero de 1998, cuando acababa de dar a luz a su primer hijo y a pocos meses de cumplir la mayoría de edad, su historia de vida es una crónica de agravios que documenta la corrupción, misoginia, clasismo y racismo del sistema de justicia mexicano.
Secuestrada durante varios días por policías judiciales, fue torturada sexualmente antes de ser presentada oficialmente ante el aparato de justicia. Su caso ha sido presentado ante el Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura (MNPT), apelando al Protocolo contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, conocido como Protocolo de Estambul, que entró en vigor en México desde 2006. Su representante legal, el defensor de derechos humanos Eutiquio Damián Santiago, ha documentado todas las arbitrariedades judiciales cometidas contra ella que incluyen no sólo la tortura, sino la fabricación de pruebas, pérdidas de expedientes y chantajes. Durante sus años en reclusión las formas de tortura se han sofisticado y ahora enfrenta el peligro de una trombosis por varices esofágicas que no han sido atendidas oportunamente y que la tienen vomitando sangre. Nuestro llamado ahora es a salvar su vida, con atención médica especializada. La Red Feminista Anticarcelaria de América Latina ha hecho eco a este llamado (https://twitter.com/anticarcelaria/status/ 1482851688985686016?s=20) uniéndose a la Campaña Internacional #LibertadParaMaríaLuisa.
Durante estos 24 años en que ha estado presa en el Cereso Femenil de Atlacholoaya, Morelos, María Luisa ha luchado por probar su inocencia, enviando cartas a las autoridades en turno, realizando tres huelgas de hambre, escribiendo literariamente sobre su viacrucis en busca de justicia. El año pasado sus decenas de cartas al presidente Andrés Manuel López Obrador recibieron finalmente una respuesta oficial, prometiéndole revisar su caso, lo cual despertó muchas expectativas en ella y su familia. Sin embargo, a la fecha no sólo no ha sido puesta en libertad y reconocida su inocencia, como ella lo demanda, sino que su lucha legal y las denuncias de la violencia penitenciaria, han tenido como consecuencia el endurecimiento de los castigos carcelarios contra ella.
La senadora Nestora Salgado, quien vivió en carne propia las violencias carcelarias y la experiencia de ser injustamente presa, la visitó en diciembre de 2018 y prometió interceder por ella. La periodista San Juana Martínez, actual directora de Notimex, escribió en el 2016 amplios reportajes sobre su injusto encarcelamiento, demandando su liberación. Sin embargo, los artículos, las denuncias, las promesas, no han sido suficientes para lograr que se le haga justicia. Escritora prolífica, poeta, cronista y pensadora crítica, María Luisa escribió hace apenas unas semanas para un libro colectivo sobre las afectaciones del covid y del encierro en las mujeres: “Ya el covid ha profundizado tantas desigualdades, injusticias y violencias. Podrán pregonar las feministas, las escritoras, los derechos humanos y los políticos que luchan por erradicar la violencia hacia las mujeres, hacia las niñas, lo cierto es que hasta hoy son sólo palabras. Lo que palpamos nosotras, las mujeres encerradas, es que día a día somos violentadas. El pretexto perfecto es el covid.” Sus reclamos duelen, pero tienen fundamento, urge ir más allá de las palabras para salvar su vida.