El presidente Luis Echeverría Álvarez estaba fuera de sí. En el Auditorio Salvador Allende de la Facultad de Medicina de la UNAM, increpaba a los estudiantes que le chiflaban y abucheaban. Intercalados en su discurso de inauguración de clases, lanzaba frases como: “¡Jóvenes del coro!, ¡Así gritaban las juventudes de Mussolini y de Hitler! ¡Fascistas!” Finalmente, ante la intensidad de la protesta en su contra, tuvo que poner pies en polvorosa por la puerta de atrás del recinto, en medio de una lluvia de mentadas. Mientras los alumnos trataban de darle alcance, un tepalcate lo descalabró.
Ese 14 de marzo de 1975, estaba fresco en la memoria estudiantil el papel de Echeverría en la masacre de Tlatelolco, su responsabilidad en la matanza del 10 de junio de 1971 y los centenares de asesinatos, desapariciones forzadas y torturas de su gobierno, en los primeros años de la guerra sucia. El viento de ira y rebeldía juvenil soplaba incontenible en los campus. En la UNAM, el rector Guillermo Soberón se había sumado a las filas de la cruzada anticomunista del mandatario.
Ese día –cuenta el matemático José Santos– “una multitud reunida en la explanada de la rectoría, nos dirigimos hacia medicina para expulsar a Echeverría. Huyó con la cola entre las patas, pedrada de por medio”. En la protesta, se encontraban integrantes del Frente Popular Independiente (FPI), organizados en frentes de activistas de varias facultades, impulsado por los grupos maoístas, Acción Popular (AP) y Estrella Roja u Organización Revolucionaria Compañero (https://bit.ly/3A3aW6G).
Santos estudiaba entonces en la Facultad de Ciencias. De joven, su familia se trasladó a vivir a Ciudad Nezahualcóyotl. Él boleó zapatos, vendió chicles y jabones, trabajó de albañil, en una panadería y una curtiduría para sufragar los gastos de libros y útiles escolares. En 1971, entró a la primera generación del CCH Naucalpan. En Neza, formó con sus amigos el colectivo Ricardo Flores Magón y un club deportivo. Participó en la lucha contra el pulpo camionero. Y, en esas andanzas, conoció las obras de Mao Tse-tung.
“Empezamos a leer las cuestiones de China –cuenta José–. Nos empezó a gustar la forma en que Mao hablaba, su famoso libro de citas y otros folletitos con su pensamiento.” Ya en la facultad, se incorporó a AP.
Acción Popular se fundó el 14 de septiembre de 1973, con militantes radicales, formados en el CNH del 68 y los comités de lucha del periodo 1969-73 (no confundir con el Movimiento de Acción Popular, que celebró su asamblea fundacional en enero de 1981, y con el que tuvo grandes choques). Se sumó a la lucha por la autogestión y la autonomía en facultades y escuelas de la UNAM y del IPN (Ciencias, Economía, Veterinaria, Sicología, Arquitectura, Físico-Matemáticas, Ciencias Biológicas, Esime, ESIA). También apoyó e impulsó el movimiento de las casas de estudiantes.
Aglutinó activistas de la ciudad y del campo en torno al periódico Lucha Obrera Popular y la consigna “¡hacia la revolución democrática, popular y antimperialista!”
Sus integrantes promovieron y participaron en las huelgas en Tula, Lido, Cactus, General Electric, Duramil, Panam, Pan Aviación, Morganite y la fundación de sindicatos universitarios independientes. En Zacatecas, Morelos, Oaxaca, Veracruz, Puebla y Tlaxcala auspiciaron movimientos campesinos por la recuperación de tierras y mejores condiciones de comercialización. En el movimiento social, construyeron agrupaciones como la Unión de Colonos, Inquilinos y Solicitantes de Vivienda 11 de Noviembre.
A raíz de la muerte de Mao (9/9/76), convocaron a un evento en el auditorio de la Facultad de Ciencias, en homenaje al dirigente chino. “Estuvo lleno –cuenta Santos, quien fue miembro del estrado en la ceremonia–. Llegaron grupos que no nos conocían. Algunos que no tenían expresión pública creían que eran los únicos. Compañeros que después fueron militantes, preguntaron si éramos maoístas, y decían que ellos también. Eso nos dio la proyección como fuerza maoísta e hizo que otros simpatizaran y militaran con nosotros, como el ingeniero Javier Fuentes (https://bit.ly/3tE65Ye)”.
AP fue parte central de un archipiélago de organizaciones maoístas que se fusionaban, rompían y volvían a unirse sin desvincularse de las luchas populares. En 1976 fundó el Frente Popular Revolucionario (FPR), después de separarse del FPI. Ese año arrancó un proceso de convergencia entre ellos, la Organización Comunista Cajeme y Acción Comunista (ML), en este proceso surge el Partido Comunista de México-ML, del que ya no participó AP.
Una delegación de tres dirigentes suyos visitó China durante dos meses, en 1979-80. Ellos habían mostrado su adhesión a la República Popular. Según Santos, “nos dieron trato de jefes de Estado y entre muchas cuestiones que aprendimos fue que no teníamos que ser dogmáticos, sino aplicar el maoísmo de acuerdo con las condiciones concretas de nuestro país, siempre servir al pueblo”.
El Movimiento Comunista Revolucionario se fundó en mayo 1979, con la participación del FPR, el periódico El Rebelde, publicado a partir de 1975, con presencia en Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Chiapas y Tabasco, y la Alianza Campesina Revolucionaria, que distribuía la publicación Ya es Hora, y luchaba por la tierra en Tamaulipas, Jalisco, Michoacán y Veracruz. El proyecto no duró más de dos años.
En diciembre 1984, se unificaron AP y la Organización Popular Revolucionaria-Grupo Obrero Revolucionario, con la aspiración de convertirse en baluarte de los marxistas-leninistas. Realizaron congresos con decenas de delegados.
Finalmente, AP-Marxista Leninista enfrentó grandes dificultades para resolver sus contradicciones internas y los cambios en el país, que no siempre pudo resolver adecuadamente. Heredera del movimiento estudiantil de 1968-76 que chocó de lleno con el gobierno de Luis Echeverría Álvarez, su huella puede verse en multiplicidad de organizaciones sociales y luchas populares que perduran hasta hoy. La corriente de Santos, al lado de activistas de diversos orígenes, sigue organizada en el Partido Revolucionario del Pueblo (PRP).
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