Atlanta. Estados Unidos rindió homenaje ayer a Martin Luther King Jr en el feriado nacional en su honor, mientras el presidente Joe Biden aseveró que las restricciones electorales impulsadas por los republicanos amenazan el legado del líder de los derechos civiles.
King no sólo luchó a favor de la igualdad racial, sino también por “el derecho sagrado a votar, del cual emanan todos los otros derechos”, agregó el mandatario.
“Es hora de que todo funcionario electo en Estados Unidos deje bien claro cuál es su posición. Es hora de que todo estadunidense alce su voz. ¿Con quién estás?”, señaló Biden.
En varias ciudades se realizaron marchas y un servicio religioso en la antigua congregación del pastor, la Iglesia Bautista Ebenezer, en Atlanta.
Ayer habría sido el cumpleaños 93 de King, quien tenía 39 años cuando fue asesinado, en 1968, en Memphis, Tenesi.
El hijo mayor de King criticó ayer a Biden, y al Congreso en general, por no lograr leyes que protejan el derecho al voto.
Diecinueve estados gobernados por republicanos han aprobado restricciones al derecho al voto, en respuesta a las falsas denuncias de fraude electoral formuladas por el ex presidente Donald Trump. Los demócratas acusan que las reformas perjudican particularmente a los negros y a los hispanos.
Los legisladores demócratas han intentado introducir en el Senado una ley de defensa del derecho a votar, pero se han topado con la oposición de republicanos.
Biden calificó la posición republicana de “verdadero ataque a nuestra democracia, desde la insurrección del 6 de enero hasta la ola de leyes antivotación aprobadas por republicanos en varios estados.
“No se trata ya de quién tiene derecho a votar, sino de quién tiene derecho a contar los votos, e incluso de si su sufragio cuenta. Se trata de dos temas nefastos: la supresión del voto y la subversión electoral”, denunció Biden.
King dedicó su vida a lograr la igualdad racial, meta para aliviar la pobreza y detener la guerra.
Pronunció su histórica frase “tengo un sueño” en la marcha de 1963 en Washington. Recibió el Premio Nobel de la Paz en 1964.