Israel Castillo Hernández, uno de los ejecutantes de la viola da gamba más destacados de su generación, aseguró que el sonido que surge de ese instrumento “es íntimo, erótico, susurrante, que resuena a través del cuerpo; es algo similar a la voz humana, pero con autoridad, elegancia y centro”.
Castillo, quien reside en Holanda desde hace 20 años, grabó en ese país la obra Doce fantasías para viola da gamba, de Georg Philipp Telemann, descubierta en 2015, la cual representa un desafío para los virtuosos de ese instrumento de cuerda y arco. Urtext Digital Classics, dirigida por Marisa Canales, distribuirá el disco alrededor del mundo y su descarga digital está disponible www.urtextonline.com
Castillo participa como intérprete en los círculos europeos y latinoamericanos de música antigua. En 2016 se graduó de la maestría europea NAIP (nuevas audiencias y práctica innovadora) con apoyo del Fonca. En años recientes ha participado como creador, ejecutante, gestor e instructor de taller en numerosos proyectos de colaboración creativa. Es fundador de Solo For All, que busca crear lazos entre Latinoamérica y Europa.
En la presentación virtual, este martes, de la obra, Castillo explicó: “Recuerdo haber tocado la primera sonata de Telemann hace como 25 años. Fue amor a primer oído; es un compositor que me llega directo al corazón, aunque técnicamente es un autor muy complejo, pues tiene cosas que uno debe poner en otro lugar y no dejarse influenciar por el repertorio tradicional de la viola da gamba”.
Pero “estas fantasías luego de ser encontradas en 2015, pues estaban en una colección privada y no fue hasta que el acervo fue donado al Estado, que se pudieron reponer. Así hay miles de obras extraordinarias en el mundo, pero toca a nosotros recuperarlas. Yo quise tocar las fantasías desde que supe de ellas y durante los pasados cinco años he trabajado de manera obsesiva con ellas, poniéndolas en mi propio lenguaje y haciéndolas mías.”
Gabriela Villa Walls, creadora de la cátedra –ahora licenciatura– de viola da gamba en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señaló que este instrumento llegó a México en los años 70, “casi nadie lo conocía y había pocos en el país”. Después se extendió su estudio gracias a músicos como Benjamín Juárez Echenique, uno de sus primeros impulsores.
Luis Emilio Rodríguez Carrington, uno de los mexicanos más prominentes del movimiento de música antigua en el mundo gracias a su labor como arquetero (constructor de arcos barrocos), se conectó desde La Haya, Holanda. Sostuvo: “Esta producción es un triunfo muy grande; además de su valor artístico, es la culminación del esfuerzo de muchas personas, como de Villa Walls”.
Castillo “es un músico muy informado; además, tiene curiosidad por aspectos históricos y sociales de la música antigua, así como una gran cualidad: desde el momento en que toma un instrumento y se dirige a un repertorio, le da nueva relevancia; es enteramente espontáneo y estas fantasías le quedan perfectas, porque es su manera de aproximarse a la música”, puntualizó Rodríguez Carrington.
De hecho, la viola de Israel Castillo fue fabricada en París por el constructor argentino Marcelo Ardizzoni, pero su arco es creación de Luis Emilio Rodríguez Carrington.
Cabe destacar, explicaron los especialistas, que la viola da gamba, se desarrolló a mediados del siglo XV y se utilizó especialmente durante el Renacimiento y el periodo Barroco. Tiene su origen en otros instrumentos de cuerda frotada en la cultura árabe de África y España, pero en Italia es donde se le empieza a identificar. “El apellido da gamba significa de pierna en italiano y se usó para diferenciarlo de la familia del violín, denominada viola da brazo, puesto que la gamba se tomaba entre las piernas y el violín en el brazo. Ahora tiene seis o siete cuerdas, pero en sus orígenes eran cinco”.
El repertorio, contaron, se extendió por casi cuatro siglos y luego desapareció hasta su renacimiento en el siglo XX, gracias a intérpretes como Wieland Kuijken, August Wenzinger y Jordi Savall. Algunos de los compositores que escribieron para este instrumento fueron Johann Sebastian Bach, Dietrich Buxtehude, Marin Marais, Antonio Vivaldi y Telemann.
Incluso, la viola da gamba, que sigue tan vivo como hace más de 500 años, no se toca normalmente en las orquestas, salvo en algunas excepciones como las pasiones de Bach, alguna música de Georg Friedrich Haendel y conciertos de Vivaldi. Su ejecución es mayoritariamente en grupos de cámara, como acompañante o solista.
El amor por la viola da gamba, expresó Israel Castillo, “fue amor a primer oído y pensé: ‘es el instrumento de mi vida’; yo era una persona muy melancólica, pero cuando llegó a mí me volví más vivo, todavía melancólico, pero tenía esta luz que me ha acompañado toda mi vida”.