Ya es tiempo de que el Instituto Nacional Electoral ponga más atención a las trampas que desde la oposición al gobierno actual se hacen sin que el “árbitro” meta las manos.
Decimos lo anterior porque con el método del cinismo como armadura, los miembros de la Unión de Alcaldías pusieron a la venta –por decirlo de alguna manera– ciertas carteras de sus gobiernos, es decir, los que aportaron bienes en efectivo o en especie a la lucha en campaña tienen un lugar en los gabinetes de las alcaldías.
La información publicada ayer en estas páginas, firmada por Sandra Hernández, advierte que cuando menos 35 personas “compraron”, es decir, aportaron a las campañas de los candidatos, hasta 750 mil pesos, por lo que merecieron como premio a su fidelidad una cartera en el gobierno.
Así, lo de menos es qué tanto saben o no los que ahora ocupan un puesto, sino lo que aportaron en bien de esta o aquella candidatura. Lía Limón, “triunfadora” en Álvaro Obregón, quien recibió de Vicente Orozco Olea cinco aportaciones por más de 128 mil pesos, y se convirtió en director general de Prevención de las Adicciones, gana 82 mil pesos mensuales, es decir, fue un buen negocio.
Claro que en estos enjuagues no podían estar fuera ni Sandra Cuevas –pieza de Monreal– ni Mauricio Tabe, el ave de las tempestades de los azules. Cuevas puso a Myriam Aguilar, quien no se libró de las aportaciones, como su secretaria particular, y Mauricio Tabe, hoy alcalde de Miguel Hidalgo, se encargó de darle chamba a Carlos Gelista, quien presidió al PAN e hizo aportaciones –ocho para ser exactos–, como cabeza de la Jefatura de la Oficina de la alcaldía con cerca de 75 mil pesos al mes de sueldo.
Las alcaldías de Cuauhtémoc, Álvaro Obregón y Miguel Hidalgo no son las únicas, a ellas se suman Coyoacán y Tlalpan, cuando menos. Los datos están registrados en la Unidad de Fiscalización del INE, que hasta donde sabemos no ha hecho nada para corregir esto que pervierte aún más el asunto de las elecciones.
Es muy probable que ninguna de estas y estos alcaldes hubiera requerido de las aportaciones de sus simpatizantes para ganar la elección, por ello parece que las “donaciones” fueron condición sine qua non para poder pertenecer a la administración de los alcaldes electos.
También es probable que en el muy recto INE estas prácticas no estén catalogadas como algo fuera de lo normal, pero es innegable que de todas formas esta modalidad puede alterar el destino del voto y condiciona la actividad de los alcaldes. Aguas.
De pasadita
Que la jefa de Gobierno no sepa o quiera ignorar que Clara Brugada está en plena campaña para sucederla, no quiere decir que eso no esté pasando; y lo peor, negar la realidad no le hace bien a nadie, y menos a Claudia Sheinbaum, que goza de un alto índice de credibilidad por parte de la ciudadanía.
La alcaldesa de Iztapalapa ha estado confiando sus ambiciones a políticos y hombres de negocios; eso se sabe por muchos lados porque la alcaldesa no ha tenido el menor recato en desvelar sus intenciones.
La experiencia en esta ciudad muestra la inutilidad de tratar de ocultar situaciones, porque no se trata de decir solamente que se es transparente y que nada se oculta. El discurso no cambia en nada la realidad y cerrar los ojos frente a ella no parece ser un acto que ofrezca ese pedazo de confianza que requiere la ciudadanía. La jefa de Gobierno tendrá que pedir cuentas a sus colaboradores, que al parecer le mienten o le ocultan la verdad, o aceptar que la carrera por la sucesión en esta capital está más desatada que la pandemia. Así es.