En 2021, México confirmó su liderazgo latinoamericano (y tercera posición mundial) en cuanto a recepción de remesas, y en el año recién finalizado la captación de divisas por el concepto referido fácilmente superó los 50 mil millones de dólares, monto 35 por ciento mayor al registrado en 2020 y similar al obtenido por el resto de las naciones regionales.
Si bien lo anterior no es un “logro” gubernamental, sino de los expulsados de su tierra, las remesas –en México y el resto del mundo– “se vinculan a la recuperación económica en los países de origen y al hecho de que los migrantes se habrían beneficiado de los programas de estímulo y protección de empleo implementados en las economías emisoras (principalmente la estadunidense y la española). Además, parte de los migrantes están empleados en sitios asociados a servicios esenciales, lo que les permitió mantener el empleo durante los confinamientos de 2020. Así, el superávit de la balanza de transferencias de América Latina alcanzará 2.5 por ciento del producto interno bruto regional, debido en cierta medida a este importante aumento de las remesas”.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) subraya lo anterior y destaca que tras aumentar 8 por ciento en 2020 (el primer año de la pandemia) “las remesas hacia la región aumentaron casi 30 por ciento en 2021, una tendencia generalizada, pues en prácticamente todos los principales receptores de la zona los flujos crecieron a tasas de dos dígitos”. Tal ingreso “sigue como una fuente de recursos externos importante, particularmente para Centroamérica, México y algunos países del Caribe”.
Por monto captado por remesas, Guatemala ocupa la segunda posición latinoamericana con casi 12 mil millones de dólares, 8 por ciento del total registrado por México. Sin embargo, para la nación centroamericana esa cantidad representa alrededor de 12 por ciento de su producto interno bruto. Así sucede con República Dominicana y El Salvador, naciones que reportaron envíos de sus emigrantes por 8 mil y 6 mil millones de dólares (9 y 20 por ciento de su respectivo PIB).
De acuerdo con el más reciente análisis temático del Banco de México, el monto acumulado de ingresos por remesas en los primeros once meses de 2021 ascendió a 46 mil 834 millones de dólares (con lo obtenido en diciembre se rebasan los 50 mil millones), valor mayor a los 36 mil 954 millones observados en el mismo periodo de 2020 y que en ese año implicó un alza anual de 26.7 por ciento.
En el periodo enero-noviembre de 2021, detalla el banco central, 99.1 por ciento del total de los ingresos por remesas fue mediante transferencias electrónicas, al alcanzar 46 mil 384 millones de dólares. Las remesas en efectivo y especie, más las money orders, representaron 0.5 y 0.4 por ciento, al situarse en 253 y 197 millones de dólares, respectivamente.
En ese mismo lapso, los egresos por remesas sumaron 943 millones de dólares, cifra superior a la de 787 millones de dólares registrada en igual periodo de 2020 y que significó un alza anual de 19.9 por ciento. Así, en los primeros 11 meses de 2021 el saldo superavitario de la cuenta de remesas fue de 45 mil 890 millones. En otro orden, y sin descubrir el hilo negro, la Cepal advierte que “la crisis mundial generada por la pandemia ha puesto en evidencia las asimetrías entre las economías desarrolladas y las emergentes y en desarrollo en lo que respecta a su capacidad de respuesta, tanto para implementar políticas encaminadas a mitigar los efectos sanitarios, económicos y sociales de la crisis, como para impulsar una recuperación sostenible”.
Las rebanadas del pastel
La inflación pega a todos, pero de abajo hacia arriba, y en el caso de la población de menores recursos el golpe se registra, especialmente, en los productos de la canasta básica cuyos precios crecen a galope. Por ejemplo: “la canasta agroalimentaria que contiene 58 productos básicos en la dieta de las familias mexicanas registró un encarecimiento de 15 por ciento, mismo que merma el aumento de 22 por ciento al salario mínimo de este año, dando como resultado que las personas de menores ingresos deban destinar más de la mitad de su salario mensual para adquirir estos productos” ( La Jornada, Braulio Carbajal).